Tal como ilustra el caso de la SMI, una estrategia importante para lograr un mayor impacto consiste en adaptarse a las prioridades de los países miembros y aprovechar las sinergias entre intervenciones. Se trata de un aspecto fundamental del énfasis del Grupo BID en la selectividad estratégica y los enfoques programáticos, en vista de que el apoyo a múltiples intervenciones interconectadas puede aportar más valor que la suma de las partes. Esto puede cobrar especial importancia en los contextos de fragilidad, conflicto y violencia, en los que las instituciones públicas se enfrentan a limitaciones a la hora de prestar servicios básicos a la ciudadanía, incluida normalmente la seguridad, y en los que diversas formas de violencia, en particular la violencia criminal, suelen proliferar. La experiencia de la colaboración del BID con Honduras en materia de seguridad ciudadana y creación de capacidad durante más de 13 años es un buen ejemplo.
En 2011, Honduras tenía la tasa de homicidios más alta del mundo: 86,5 por cada 100.000 habitantes (UNAH, 2025). Los grupos delictivos y las formas de gobernanza criminal se afianzaron en determinados lugares o focos, y las instituciones públicas quedaron expuestas a una fragilidad elevada y sostenida (OCDE, 2025). En 2011, el BID comenzó a apoyar la agenda de seguridad ciudadana de Honduras y la reforma de la Policía Nacional, atendiendo a la capacidad de las instituciones de seguridad para diseñar y aplicar políticas encaminadas a la reducción de la delincuencia. Desde entonces, tres préstamos de inversión han contribuido a una reducción notable de la delincuencia al abordar una serie de elementos, entre ellos la aplicación efectiva de la ley, una sólida capacidad de investigación y programas de prevención que corrigen las causas profundas de la delincuencia.
En primer lugar, el Programa de Apoyo a la Implementación de la Política Integral de Convivencia y Seguridad Ciudadana (HO-L1063) modernizó el sistema de capacitación de los oficiales de policía para apoyar la prevención y resolución de delitos. Se diseñó, creó y equipó el Instituto Técnico Policial, con capacidad para formar a 2.400 oficiales de policía al año. Además, se endurecieron los requisitos para los nuevos policías, que ahora deben haber completado la educación secundaria, como mínimo, y se amplió el período de formación de 3 a 11 meses. Se reforzó también la capacidad de investigación criminal mediante la capacitación de técnicos en 10 especialidades y el equipamiento del laboratorio de investigación criminal de San Pedro Sula (uno de los principales focos de fragilidad, conflicto y violencia criminal del país en aquel momento). Las mejoras introducidas en el laboratorio de investigación criminal permitieron analizar mejor las pruebas forenses y procesar las escenas del crimen, con lo que aumentó la precisión y eficiencia de las investigaciones. En Tegucigalpa se construyó un segundo laboratorio con fondos nacionales y se equipó con el apoyo del BID.
El préstamo inicial se complementó con el Programa de Convivencia Ciudadana y Mejoramiento de Barrios (HO-L1187), que mejoró la calidad de vida en barrios vulnerables y redujo los índices de delincuencia violenta. El programa reforzó la cobertura policial mediante la construcción y equipamiento de tres comisarías metropolitanas modernas en Olanchito, Las Vegas y Tela, así como de la Jefatura Policial en Intibucá. Asimismo, en colaboración con la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, se remodelaron las comisarías de Choluteca, Nacaome y Belén, en las que se incorporaron módulos especializados para manejar la violencia doméstica y de género. También se construyó un centro de formación práctica en La Paz para seguir fortaleciendo la capacidad operativa de la policía.
Estas inversiones se tradujeron en importantes logros entre 2011 y 2023, entre ellos los siguientes:
- Reducción de la tasa de homicidios: La tasa de homicidios en Honduras disminuyó en un 64%, de 86,5 a 31,1 por cada 100.000 habitantes.
- Reducción de las muertes violentas de mujeres: La tasa de feminicidios descendió en un 38%, de 12,3 a 7,6 por cada 100.000 mujeres.
- Mayor confianza ciudadana: La confianza en la policía mejoró en un 68%.
- Reducción del costo de la delincuencia: El costo de la delincuencia disminuyó del 6,5% del PIB en 2014 al 3,8% en 2022.
- Mejora de la capacitación policial: 7.350 nuevos agentes se graduaron en el sistema de capacitación renovado, que contribuye a una policía más profesional y orientada a la comunidad.
- Mayor representación de las mujeres: La Policía Nacional de Honduras tiene ahora uno de los porcentajes más altos de mujeres de América Latina, con un 25%.
En 2023 se aprobó un tercer préstamo (HO-L1227) con objeto de seguir contribuyendo a reducir los índices de delincuencia mediante la mejora del sistema de gestión estratégica de los recursos humanos de la policía y la modernización del sistema de formación de oficiales. El préstamo se destina, entre otros, a la construcción de la Academia Nacional de Policía. Esta labor continuada en los ámbitos de la formación policial, el desarrollo profesional, la prevención de la violencia, la investigación criminal y la ampliación de la cobertura territorial son fundamentales para hacer frente a los desafíos de seguridad del país.
El apoyo del BID al fortalecimiento de la gestión de la seguridad ciudadana en Honduras para la modernización de la capacidad de la Secretaría de Seguridad y la Policía Nacional es emblemático en varios aspectos. Representa el esfuerzo gubernamental más sistemático en el tiempo, que ha generado condiciones propicias para el descenso sostenido y progresivo de las tendencias e índices delictivos, fomentado capacidades para la gestión de la seguridad y ampliado la cobertura y calidad de los servicios.
Estos programas se han beneficiado de sinergias con otros socios, incluida la cooperación de Suiza, los Estados Unidos y Colombia en cuestiones técnicas, clave para el éxito. Además, la cooperación suiza ha ayudado a desarrollar contenido para la capacitación de policías basado en mejores prácticas internacionales, la actuación policial centrada en la ciudadanía y el desarrollo de carteras de servicios con especial atención a las poblaciones vulnerables.
El principal éxito de la reforma de la Policía Nacional de Honduras, que el BID apoyó, ha sido la profesionalización de sus recursos humanos, al mejorar el sistema de formación policial, que abarca desde los agentes hasta los oficiales, y los cursos de promoción y profesionalización. Estas inversiones han contribuido también a la dignificación de la policía y a la mejora de los servicios que presta a los ciudadanos. El apoyo sostenido de diversos socios y la coordinación eficaz fueron factores importantes del éxito. No obstante, persisten desafíos para seguir reduciendo el delito y la violencia por medio de estrategias basadas en datos a fin de lograr una mayor sostenibilidad de los resultados obtenidos. Entre estos desafíos cabe señalar la necesidad de contar con apoyo presupuestario a largo plazo para recursos críticos y de fomentar constantemente la confianza entre la policía y los ciudadanos.
La experiencia del BID y las lecciones aprendidas en Honduras, así como en otros países, fueron fundamentales para elaborar el primer Marco del Grupo BID de Apoyo a las Poblaciones Afectadas por Situaciones de Fragilidad, Conflicto y Violencia Criminal y reforzar el compromiso de la institución en la lucha contra la violencia criminal en América Latina y el Caribe. En este caso, las inversiones continuas durante más de 13 años han sido importantes para fortalecer la Secretaría de Seguridad, reformar la Policía Nacional y contribuir a avances significativos en indicadores clave de seguridad. Aunque este trabajo se centró en el sector público, un enfoque programático también conlleva la articulación de intervenciones públicas y privadas para aportar mayor valor.
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