Por Thierry Delaunay
Más de tres años después del devastador terremoto que sacudió a Haití en 2010, el ingeniero hidráulico Etienne Beauchum, un hombre de 35 años de edad, seguía sin encontrar un trabajo estable, a pesar de que más de dos tercios de la población del área metropolitana de Puerto Príncipe carecían de conexión al servicio de agua.
Su búsqueda concluyó felizmente en mayo de 2013, cuando fue contratado por Centre Technique d’Exploitation (CTE) —la empresa de servicios de agua de Puerto Príncipe— para dirigir un equipo encargado de inspeccionar las tuberías de agua, descubrir conexiones clandestinas e ir de puerta en puerta para regularizar el suministro y la facturación del servicio. “Este trabajo es gratificante pues estoy ayudando a una institución local a fortalecerse, consiguiendo no solo más clientes sino también más recursos”, explica con orgullo.
Profesionales como Etienne Beauchum se encuentran en la base de un ambicioso proyecto respaldado por el BID y el gobierno español para modernizar el CTE y establecer un servicio de agua y saneamiento confiable y económicamente sostenible. El proyecto forma parte de un plan por un monto de varios millones de dólares cuyo objetivo es ampliar el acceso a servicios de agua potable y saneamiento del 40% de la población de la capital y de la de otras regiones del país.
Ampliar la cobertura de servicios de abastecimiento de agua y saneamiento es vital para el futuro económico de Haití, en especial después de que el terremoto diera al traste con los esfuerzos del gobierno dirigidos a reformar un sector aquejado por deficiencias en el mantenimiento, así como por la falta de personal calificado y planificación. Si no se actúa con prontitud, el país se verá abocado a afrontar riesgos sanitarios cada vez mayores y a un desastre ecológico de gran magnitud debido a la progresiva contaminación de los acuíferos en las grandes ciudades.
Problemas arriagados
La situación del CTE era complicada incluso antes del terremoto. Según un estudio de 2007, la entidad apenas tenía 30.000 clientes activos con conexiones individuales de agua en una ciudad con alrededor de 500.000 hogares. Más del 90% del agua tratada se perdía por causa de la existencia de conexiones clandestinas y de daños en las tuberías; solamente el 42% de los clientes pagaba la factura del servicio.
El terremoto causó averías en kilómetros de tuberías, lo que afectó la distribución y la calidad del agua. A esto se sumó el hecho de que los clientes dejaron de pagar sus facturas, lo que obligó a la empresa operadora a suspender el pago de salarios durante varios meses.
“Todo era un caos. No había organización, ni una estructura adecuada. Cada uno hacía un poco de todo, y nuestros obreros de construcción hacían lo que querían”, afirma Emmanuel Molière, funcionario del CTE. “Nos dimos cuenta de que no podíamos seguir esperando que otros hicieran nuestro trabajo y de que era hora de asumir nuestra responsabilidad. El objetivo principal es lograr que el CTE prospere y se convierta en una empresa pública autónoma de servicios de agua”.
Transformación del CTE
Mediante un proceso de licitación internacional, en 2011 se contrató un consorcio —Aguas de Barcelona/Lyonnaise des Eaux/United Water— y para fortalecer la eficiencia operativa de CTE, reducir las pérdidas de agua y las económicas, y ampliar el suministro de los servicios de calidad. Con este innovador contrato trienal se espera que los consultores trabajen como asesores de la gerencia local más que como responsables directos de las operaciones del CTE, a cambio de incentivos monetarios basados en metas específicas. Mediante este esquema se ha dotado a la gerencia local de herramientas para realizar los cambios, y se ha ofrecido a los consultores alicientes claros para trabajar en el logro de metas cuantificables y específicas.
El CTE se apoyó en la asistencia técnica recibida para llevar a cabo profundos cambios en su estructura orgánica y su administración, comenzando por recortar su abultada fuerza laboral mediante un programa de jubilación temprana y la supresión de puestos de trabajo conforme iban quedando vacantes.
Con miras a captar y retener talentos, el CTE creó un departamento de recursos humanos dotado de personal calificado y procesos transparentes de contratación. En tal sentido adoptó un sistema fundado en méritos en el que se establecían reglas claras de remuneración y promoción, las cuales se basan actualmente en la realización de evaluaciones de desempeño semestrales. El reforzamiento de la capacitación gerencial y técnica se tradujo en 13.000 horas de capacitación al personal impartidas entre 2011 y 2013, frente a menos de 300 horas en 2009.
Por otra parte, se instauró un proceso formal de contratación en el que las vacantes se anuncian dentro y fuera de la compañía, y el departamento de recursos humanos participa en el proceso de entrevistas.
El CTE creó asimismo un departamento de atención al cliente, el cual lanzó una campaña destinada a regularizar las conexiones a la red y contrató a profesionales como el señor Beauchum para ponerla en marcha. De este modo, el número de usuarios que pagan por el servicio aumentó considerablemente y los ingresos crecieron en un 35% entre 2011 y 2013.
A fin de mejorar el tratamiento del agua, el CTE aumentó el uso de cloro y reactivó su laboratorio para medir la calidad del líquido. Se adquirieron generadores de emergencia para alimentar bombas de agua y se adoptó un plan de mantenimiento para reducir la dependencia de la red eléctrica, que solo suministra energía algunas horas al día.
Por último, la compañía creó un departamento con la misión de asistir a las comunidades más pobres. Desde 2010 ha aumentado en más del doble el número kioscos de agua instalados en estos vecindarios, y se han creado comités comunitarios para administrarlos y contribuir a hacerlos sostenibles mediante el cobro a los usuarios.
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Mucho por hacer
No obstante los considerables logros obtenidos, queda mucho por hacer para que el CTE pueda ser sostenible financieramente y expandir de manera sostenible los servicios de agua. La empresa sigue perdiendo el 30% de su agua tratada debido a la existencia de tuberías y tanques defectuosos, mientras que las conexiones clandestinas son la principal causa de que no se facture cerca del 50% del agua consumida. Se requiere nueva infraestructura para mejorar la distribución y la calidad del agua, la cual sigue presentando altos niveles de contaminantes biológicos a pesar de las mejoras en el tratamiento.
Dado que los ingresos solo cubren el 60% de los gastos operativos, el CTE sigue requiriendo asistencia presupuestaria de la Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento (DINEPA) para sufragar todos los demás costos relacionados con sus operaciones. Con el propósito de sanear sus cuentas hasta 2017, el CTE está procurando obtener la aprobación necesaria para simplificar sus tarifas y ajustarlas a la inflación, después de haberlas mantenido congeladas durante los últimos diez años. Nuevas mejoras en el desempeño operativo y financiero de CTE dependerá de la renovación del contrato de asistencia técnica con el consorcio en 2014.
En cuanto al señor Beauchum, sus circunstancias personales reflejan el mismo contraste de buenas y malas noticias que el del sector donde trabaja. Por una parte, ha logrado emplearse y el trabajo que desempeña está ayudando a mejorar las perspectivas de éxito de su empleador; al mismo tiempo, sin embargo, su propia vivienda quedó destruida a causa del terremoto, lo que lo obliga a seguir viviendo, como tantos otros haitianos, en una barraca provisional de una sola habitación… sin abastecimiento de agua.
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