Por Enrique Palacios
El ambicioso objetivo de Costa Rica de convertirse para el año 2021 en uno de los primeros países del mundo neutros en emisiones de carbono es un gran desafío para una nación pequeña cuya clase media pujante está impulsando la demanda creciente de electricidad.

Cada día crece el número de costarricenses que habitan en viviendas con equipamiento modernos, desde hornos microondas hasta conexiones a internet.
En procura de este objetivo, Costa Rica ha buscado formas de generar más energía renovable sin causar perjuicios al medio ambiente.
Una solución ha sido la construcción de la mayor central hidroeléctrica de América Central sobre el río Reventazón, que nace en las mesetas centrales y desemboca en el mar Caribe.
La central entro en operación a finales de 2016, y su capacidad de generación de energía representa el 10% de la capacidad eléctrica instalada del país.
Cabe destacar que cuando este tipo de proyectos se diseña sin seguir las mejores prácticas internacionales, es posible que cause impactos negativos en el medio ambiente.
Sin embargo, con el apoyo del BID, Costa Rica ha dado pasos sin precedentes para asegurarse de que el proyecto proteja el entorno y mitigue cualquier efecto en la biodiversidad. En ese sentido, el proyecto Reventazón también es consistente con la prioridad sectorial de protección del medio ambiente, respuesta al cambio climático, promoción de la energía renovable y robustecimiento de la seguridad alimentaria.
Para hacer realidad este masivo proyecto de infraestructura, cuyo costo total se acerca a los US$1.400 millones, el Gobierno de Costa Rica buscó el apoyo de socios financieros, incluido el sector privado.
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Un primer paso se dio con un préstamo con garantía soberana por US$250 millones para fomentar la generación de electricidad. De este monto total, US$98 millones se destinaron a apoyar al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en la inversión en el proyecto hidroeléctrico Reventazón.
En su calidad de dueño de la hidroeléctrica, el Instituto Costarricense de Electricidad realizó una inversión de capital por US$475 millones. La ventana del sector privado del BID financió US$335 millones mediante su programa de préstamos A/B.
Entre tanto, la Corporación Financiera Internacional y cuatro bancos locales del Estado aportaron financiamiento por un total de US$579 millones.
El programa de préstamos A/B del BID –un valioso instrumento de movilización de recursos– invita a bancos e inversionistas institucionales como cofinanciadores de proyectos auspiciados por la institución. El Banco aporta recursos propios a la porción A del préstamo, y se alía con otras instituciones financieras para otorgar el préstamo B.
Dentro de la estructura de préstamos A/B, el BID es el prestamista oficial en la transacción y actúa como acreedor principal y agente administrador de la totalidad del préstamo A/B.
La estructura del programa de préstamos A/B beneficia tanto al prestatario como a las instituciones financieras asociadas al Banco.
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En el proyecto de Reventazón, el BID ofreció la porción A mediante un préstamo de US$200 millones sin garantía soberana, y se asoció con otros inversionistas privados para financiar US$135 millones mediante un bono-B.
Durante el diseño de la operación, el BID se propuso aprovechar su estatus de acreedor privilegiado para atraer inversionistas institucionales en el mercado de capitales.
De esta manera, el prestatario accede a plazos mucho más amplios que los que obtendría con los bancos comerciales promedio que participan con préstamos B. La participación del BID redujo el riesgo asociado a la operación, facilitando así la de los inversionistas privados.
Además de fomentar la energía renovable y proteger la biodiversidad, el proyecto de Reventazón ha sido una muy buena fuente de aprendizaje sobre el potencial de estructuras innovadoras de financiamiento, las cuales se han usado desde entonces en otras iniciativas de asociación con el sector privado.
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La estructura de préstamo B utilizada en el proyecto de Reventazón –la primera de este tipo para el BID– ofreció un modelo para trasladar a mayor escala la movilización de fuentes no convencionales de financiamiento –como por ejemplo inversionistas institucionales– en futuros proyectos de esta magnitud.
Los beneficios del proyecto de Reventazón no se limitan al uso de estructuras financieras; se trata de utilizar financiamiento innovador para ayudar a un país como Costa Rica a elevar su nivel de vida y al mismo tiempo proteger sus recursos naturales.
Esta historia forma parte de las historias de proyectos del Panorama de la Efectividad en el Desarrollo, una publicación anual que resalta las lecciones y experiencias de los proyectos y evaluaciones del BID.
Acerca del autor:
Enrique Palacios es consultor de operaciones de la División de Efectividad en el Desarrollo de la Corporación Interamericana de Inversiones.
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