Los glaciares tienen un fuerte impacto positivo en áreas y sectores clave, generando beneficios significativos para la población. Por eso, vale la pena preguntarnos cómo sería la región si nos quedáramos sin ellos. ¿Te lo has imaginado alguna vez?
En diversas ciudades, la reducción del suministro de agua podría oscilar entre 14% y 70%, dependiendo del nivel de dependencia de los glaciares. Pese a que las estimaciones sobre la contribución de los glaciares al agua y el saneamiento son variadas, la evidencia demuestra que hay ciudades con gran dependencia del agua de origen glaciar.
Por ejemplo, el deshielo de los glaciares en La Paz, Bolivia, representa hasta el 61% del suministro de agua durante la temporada de lluvias y de hasta el 85% mensual en los períodos secos (Schoolmeester et al., 2018). Otros estudios indican que, en promedio anual, el 15% del agua consumida en La Paz y El Alto proviene de los glaciares, con un aporte del 14% en la temporada de lluvias y del 27% en la época seca (Sánchez, Carlier, Cerna, 2022). Para más detalles, puede consultarse el informe en el siguiente enlace: Glaciares tropicales y cambio climático
Algo similar sucede en Huaraz, Perú, donde los glaciares pueden aportar hasta el 91% del agua potable durante un año de sequía (Schoolmeester et al., 2018).
Investigaciones de la Universidad de Zúrich advierten que, ya para este mismo año 2025, los glaciares de la Cordillera Blanca, Perú, podrían perder entre el 30% y el 50% de su masa, lo que reduciría la oferta de agua entre 57 y 78 millones de m³ en épocas secas y entre 103 y 155 millones de m³ en temporada de lluvias. Considerando precios mayoristas, las pérdidas económicas asociadas se estiman en US$300 millones anuales en los principales sectores consumidores de agua (Drenkhan et al., 2019).

Glaciares y agua para energía hidroeléctrica
El retroceso de los glaciares afecta el suministro de agua y, por ende, la generación de energía hidroeléctrica. Según el IPCC (2019), para el año 2100, el 80% de los glaciares de la región tropical de los Andes podría desaparecer. Esto implicaría que países como Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, enfrentarían un futuro con menos agua.
En Bolivia, los glaciares de las cuencas Zongo y Takesi son esenciales para la generación eléctrica en La Paz y El Alto, dos ciudades fundamentales para la actividad económica y política del país (Andersen, 2014). La pérdida de estos glaciares comprometería la seguridad hídrica de aproximadamente 2 millones de personas (Sánchez, Carlier, Cerna, 2022).
Glaciares y cultura
Los glaciares no sólo son fundamentales por su relevancia hidrológica para el agua, el saneamiento y la seguridad hidroenergética. Para muchas comunidades locales que habitan en las zonas altas de las montañas, también son centros de simbolismo, rituales y cosmovisiones.
El Qoyllur Riti es una festividad milenaria que refleja la profunda conexión de los habitantes de Los Andes peruanos con los glaciares. Celebrada a los pies del nevado Colque Punko, en Cusco, congrega a devotos que peregrinan durante días para rendir culto al nevado y agradecer por sus servicios.
Asimismo, turistas e investigadores de las ciencias sociales también participan, lo que convierte al Qoyllur Riti en una festividad clave para la economía local que gira alrededor del turismo.
Por lo tanto, el retroceso glaciar amenaza esta tradición, afecta su significado cultural, e impacta negativamente en la economía local vinculada al turismo.
Preservar los glaciares
Los países de la región reconocen la importancia de los glaciares para su desarrollo. Frente a su retroceso, países como Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, han implementado medidas centradas en fortalecer la resiliencia de sectores clave, como agua y saneamiento, energía, turismo y agricultura, mientras reducen los riesgos de aluviones provocados por el desprendimiento de masa glaciar.
El lento retroceso de los glaciares plantea un futuro con menos hielo y agua para usos diversos, además de implicar pérdidas culturales. En este contexto, es fundamental contribuir a que los países valoricen las pérdidas, tanto económicas, como no económicas, y trabajen para construir modelos de adaptación que, en un futuro con menos hielo, beneficien a la sociedad en su conjunto.
Preservar los glaciares es preservar la vida. Son guardianes del agua, la energía y la cultura, un legado invaluable que aún estamos a tiempo de proteger. Aunque el desafío es grande, también lo es nuestra capacidad de adaptación e innovación.
Cada acción cuenta y cada esfuerzo suma. Con estrategias adecuadas, podemos fortalecer la resiliencia de nuestras comunidades y garantizar que el agua siga fluyendo para las generaciones futuras. El futuro aún está en nuestras manos. Protejamos hoy los glaciares para asegurar un mañana más próspero y sostenible para todos.
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