Por Alfredo Zolezzi

Hace unas semanas hemos conocido y celebrado la ocurrencia de un hecho histórico impresionante. Nueve años después de que comenzara una de las misiones más ambiciosas de la NASA, y luego de 4 mil 800 millones de kilómetros recorridos, la sonda New Horizons llegó al planeta más lejano del sistema solar: Plutón.
Ya en 2012 el robot Curiosity aterrizaba en Marte, donde aún se encuentra explorando y enviando información a la Tierra.
Estas proezas tecnológicas son importantes y cobran especial significado en contraste con lo que observamos en nuestro propio planeta. De los nueve límites planetarios que la humanidad no debería sobrepasar para asegurar la sustentabilidad global, ya hemos sobrepasado cuatro – concentración atmosférica de CO2, tasa de extinción de especies animales y vegetales, superficies convertidas en tierras agrícolas, y la concentración de nitrógeno y fósforo en ecosistemas terrestres y marinos.
Sin desmerecer los logros alcanzados en la exploración de nuestro sistema solar, no deja de llamar mi atención el hecho de que estos logros obedecen a una visión de futuro, un trabajo iniciado hace varias décadas atrás, cuando ni siquiera existían las tecnologías que harían posible el viaje hacia Plutón que hoy celebramos.
¿Qué puede explicar que las mismas mentes brillantes y las autoridades visionarias responsables de estos logros, relacionados con la propia continuidad de la especie humana, no sean igualmente audaces frente a la miseria en que vive gran parte de la población?
¿Cómo es posible que seamos capaces de viajar por nuestro sistema solar sin haber resuelto aún problemas como el acceso global a agua potable? Mientras exploramos otros planetas un niño muere cada 21 segundos por problemas ligados al consumo de agua contaminada.
Esta realidad no debe llevarnos a buscar culpables ni generar un debate estéril. Ha llegado el momento de replantear nuestro modelo de gestión y utilizar el avance exponencial de la ciencia y la tecnología para generar soluciones que, sin renunciar a esa mirada de futuro, también se hagan cargo hoy de los urgentes desafíos que enfrentamos.
Ya está demostrado que la tecnología por sí misma no es suficiente, se requiere, además, que esta tenga un corazón – una visión común que permita resolver nuestros desafíos en base a integración y colaboración.
Alfredo Zolezzi es un diseñador industrial nacido en Santiago de Chile, experto en innovación tecnológica aplicada. Esta capacidad lo lleva a fundar en el año 2010 el Advanced Innovation Center (AIC), con sede en Viña del Mar, Chile, entidad que se dedica a la generación de innovaciones disruptivas empleando el Modelo de Objetivos Integrados, que conjuga recursos de la ciencia avanzada y la industria. Convencidos de que las soluciones técnicas no son suficientes en sí mismas, AIC combina innovaciones tecnológicas y sociales con el objetivo de generar alto impacto – Innovación con Sentido. Un ejemplo de esto es la tecnología Plasma Water Sanitation System y su programa de implementación en comunidades vulnerables.
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