*Por Serge Troch y Amarilis Netwall
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Cuando el BID trabaja con los beneficiarios de algún proyecto, nos acercamos al reto no simplemente como asesores interesados en compartir algunas opiniones, pero como una organización de expertos dedicada a la transferencia de conocimiento. Francamente, al público no le interesa nuestra opinión, sino en lo que sabemos y nuestro valor agregado. Siguiendo esta filosofía, en el equipo de salvaguardias ambientales y sociales del Banco estamos centrando nuestros esfuerzos para ayudar a edificar arreglos institucionales más sostenibles. En este caso lo aplicamos a un proyecto para la gestión de residuos sólidos.
Recientemente tuvimos la oportunidad de organizar un taller piloto en Argentina como parte de nuestros esfuerzos dentro del Programa de Gestión Integral de Residuos (conocido como GIRSU) con el fin de proveer entrenamiento básico en varios principios claves. Temas incluyeron mejores prácticas para el manejo integral de residuos, métodos para la inclusión social de recicladores informales, métodos para incorporar la participación de los beneficiarios y partes interesadas en proyectos, temas ambientales y sociales relevantes para la gestión de residuos, y la supervisión y monitoreo adecuado de las obras durante todas las fases del proyecto.
Durante los actos de clausura del taller nos dimos cuenta rápidamente de que esta iniciativa era más que otra sesión de entrenamiento. El taller sirvió como un foro abierto que permitió a los organismos ejecutores, encargados del diseño de proyectos, y los representantes de los gobiernos provinciales y municipales, quienes los operan y administran, reunirse e intercambiar ideas, experiencias y lecciones aprendidas en el contexto de sus propios marcos jurídicos. ¡Asombrosamente, esta era la primera vez que todos los actores se encontraban en un espacio común! Una vez concluido el segundo día, a medida que el taller llegaba a su fin, la energía en la sala era palpable. Los participantes, en última instancia, sugirieron formar una comunidad de práctica con el apoyo del BID, entre otras diversas y valiosas recomendaciones. Ahora deliberamos sobre cómo traduciremos estas recomendaciones a la práctica para no perder la esencia de su valor agregado. Más aun, ¿cómo podríamos desarrollarlas no sólo a nivel local, sino también a gran escala para otros proyectos a en la región?
Un paradigma que ya ha disfrutado del éxito en práctica y cuyo auge continúa aumentando es el uso de herramientas virtuales. El BID ha empleado este modelo efectivamente en Haití y en otros países, a través de su propio foro BIDComunidades y otros medios de comunicación, fomentando el uso de estas herramientas con gran éxito. Por medio de ellas sus usuarios pueden: intercambiar experiencias, ideas y conocimientos; informarse sobre los requerimientos del BID y de otros organismos multilaterales; y organizar talleres y reuniones sobre temas relevantes como lo son las preocupaciones ambientales, sociales, y de salud y seguridad comunitaria.
Otra herramienta que utilizamos en el día a día es el Marco de Gestión Ambiental. Las agencias ejecutoras, provincias y municipios están trabajando en conjunto con el BID para formular el marco que se pueda aplicar durante la vida del proyecto para mitigar y manejar efectos ambientales y sociales. Mediante el uso de este modelo de transferencia de conocimiento, y la participación de actores principales desde el inicio del proyecto podemos dar pasos significantes hacia el empoderamiento de las instituciones y la reducción de potenciales riesgos.
El Desarrollo verdaderamente funciona cuando medidas para el fortalecimiento institucional son sostenibles a través del tiempo. Nuestras experiencias muestran que los talleres como el reciente en Argentina pueden ser catalizadores de ideas para la continua transferencia de conocimientos y la colaboración entre los actores, superando la vida del BID en el préstamo. Es nuestro gran desafío continuar diseñando e integrando estrategias verdaderamente efectivas para construir instituciones verdaderamente fuertes.
Serge Troch. Serge es un especialista ambiental en la unidad de salvaguardias ambientales del BID. Desde 2007 forma parte de equipos para manejar los aspectos ambientales y de higiene y seguridad en proyectos en países como Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Ecuador y Haiti. Serge lidera también iniciativas para mejorar la capacidad local en los aspectos ambientales y de higiene y seguridad. Antes de llegar al Banco Serge trabajo más de 5 años en el sector privado en la gestión de proyectos. Serge cuenta con un MBA en negocio internacional con un enfoque ambiental así como maestrías en Gestión Ambiental, Ingeniería y Gestión Empresarial.
Amarilis Netwall. Amarilis Beltrán Netwall comenzó su desempeño como consultora ambiental para la Unidad de Salvaguardias Ambientales del BID en el 2011. Trabajaba con proyectos de infraestructura en la región LAC asegurando la adecuada implementación y el cumplimiento de salvaguardias ambientales y sociales del BID. Antes de ingresar al Banco, Amarilis trabajó como consultora en el sector privado acumulando 6 años de práctica en la evaluación y gestión de impactos ambientales, auditorías de cumplimiento ambiental, y en el desarrollo e implementación de Sistemas de Gestión Ambiental ISO para clientes públicos y privados. Amarilis cuenta con un Bachillerato de Ciencias en Ingeniería Ambiental y una Maestría en Manejo de Recursos Naturales.
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Using open knowledge to improve waste management in Latin America
Whenever the IDB works on a project with local stakeholders, we approach it not as merely consultants interested in sharing some opinions, but as an expert organization devoted to knowledge transfer. Frankly, people don’t care about what we think; they care about what we know. Lately, we have been focusing hard on using that philosophy to help build better, more sustainable institutions, most notably in waste management projects.
Recently, we organized a pilot workshop in Argentina as part of our institutional strengthening efforts in an integrated solid waste management (ISWM) program known as GIRSU (Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos). The point of the workshop was to provide basic training on several key principles. These included ISWM best practices; methods of formalizing “informal recyclers” (waste pickers who sort through garbage to find recyclable materials, which they then sell); ways of driving stakeholder engagement in projects; key environmentally and socially relevant topics; and adequate supervision and monitoring.
Yet during the closing remarks of the workshop, we quickly realized that this was more than just another training session. The workshop was an open forum that allowed executing agencies, which design projects, and representatives from provincial and municipal governments, who operate and manage them, to get together and exchange ideas, experiences and lessons learned in the context of their own legal frameworks. Surprisingly, it was the first time that all those players were together in a room! By the end of the second day, as the workshop drew to a close, the room was abuzz with excitement. The participants ultimately decided to form a community of practice, with the IDB’s support. We are now thinking about how to translate the IDB’s recommendations into practical actions that would make sense not only at a local level, but also for large-scale projects across the region.
One example of an action that has already seen real-world success is the use of virtual tools. The IDB has effectively deployed them in Haiti and other countries, helping people use virtual tools (like our own BIDComunidades) and social media to great success. These tools help people exchange experiences, ideas and knowledge; ask questions about IDB requirements and those of other multilateral agencies; and organize workshops and meetings on topics relevant to environmental, social, health and safety (ESHS) concerns.
Another example of the real-world application of IDB recommendations can be seen in our ongoing work throughout the region on better landfill management. Executing agencies, provinces and municipalities are working together with the IDB on a framework for environmental and social management that can be used throughout the life of a landfill to better mitigate potential environmental and social consequences. By using this model of knowledge transfer and involving key actors in different countries throughout the region early on, we can take real steps toward reducing negative impacts.
Development only works when approaches to institutional strengthening are sustainable over time. The above examples show that workshops like the recent one in Argentina can be catalysts for ideas that can ensure knowledge transfer and continuous collaboration between actors. With a bit of effort and collaboration, we can craft the strategies we’ll need to build truly strong institutions.
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