Desde hace 7 años vivo en un país megadiverso; el más biodiverso del planeta. Esto me ha permitido ampliar la paleta de sabores y colores en mi vida.
Basta una visita al mercado para ver la variedad de frutas que vienen de los diferentes pisos altitudinales, ofreciendo ilimitados sabores, texturas y colores. Tengo más de 7 tipos de papa disponibles para el almuerzo, que además puedo acompañar con variedades de pescados que vienen del mar Caribe, del océano Pacífico y del Río Magdalena. Sin embargo, pienso cuidadosamente qué especie compraré ya que el 33% están sobre explotados (FAO, 2018).
Para mí se volvió normal que mis amigos y familia comenten entusiasmados en mis redes sociales después de postear fotografías de un atardecer en los llanos orientales, o de mis caminatas por los páramos y nevados de Los Andes.
Sí, esta es mi vida en Colombia, y no imagino experiencias paralelas que me den la gratificación y sentido de plenitud que me da la naturaleza. Esta es mi relación con la biodiversidad, y no debería ser muy distinto para cualquier otra persona. Todos, estemos donde estemos, sea en la ciudad o en el campo, en la montaña o en la playa, tenemos una relación directa con la naturaleza, de dependencia o de satisfacción, pero siempre estrecha.
Y a pesar de la importancia de esta relación, la biodiversidad está seriamente amenazada. En los últimos 300 años hemos perdido el 87% de los ecosistemas dulceacuícolas (Sushma, 2018), el 70% de los mamíferos de gran tamaño están en peligro de extensión (Spektor, 2019) y la contaminación y acidificación de los océanos está incrementando. En América Latina y el Caribe (LAC), la región más biodiversa del mundo, la deforestación en el Amazonas es la más alta en los últimos 10 años (INPE, 2018). Y los datos alarmantes continúan.
Este no es un problema nuevo. En el 2010, los países adscritos al Convenio de la Diversidad Biológica adoptaron el Plan Estratégico para la Biodiversidad (2011-2020) con la finalidad de conservarla y mejorar el acceso de sus beneficios a la población. No obstante, según la evaluación de medio término de este plan, y aunque hay progresos en el cumplimiento de sus metas, no se están obteniendo los resultados positivos para cambiar la tendencia de declive en el estado de la biodiversidad. Por ejemplo, aunque muchos de los países están cumpliendo en la declaratoria de áreas protegidas, la mayoría de estas no están siendo manejadas efectivamente.
Tenemos una gran oportunidad en el futuro cercano. En el 2020 se reunirán nuevamente los representantes de los países signatarios del Convenio de Biodiversidad para establecer un nuevo marco de trabajo para su conservación. Este momento será clave para repensar la estrategia y asegurar que todos los habitantes de este planeta, que disfrutamos y dependemos de la biodiversidad, podamos seguir gozando de sus beneficios. Para este nuevo marco post 2020 estos son unos de los aspectos a considerar:
- Consolidar los avances. Si la tendencia en la declaratoria de áreas protegidas continúa, LAC tendrá más del 25% de su territorio bajo alguna figura de protección para la conservación, pero muy poco se ha reportado el avance en el manejo efectivo de estas áreas. Un manejo participativo y adecuado de las áreas protegidas declaradas, e impulsar la conservación privada, son los principales retos de la región para los próximos años.
- Ser autocríticos y hacer los ajustes necesarios. Es necesario migrar hacia una gestión por resultados, evaluación rigurosa, conservación basada en evidencia y fortalecer los sistemas de monitoreo.
- La gestión ambiental es integral y no puede ser segmentada. No es factible hablar de adaptación al cambio climático sin considerar los servicios de los ecosistemas marino-costeros. No se puede hablar de objetivos de desarrollos sostenible sin considerar la conservación de los páramos como fuentes de agua para la población. Para el post 2020, se deben aunar esfuerzos (técnicos y financieros) entre los diferentes instrumentos internacionales vinculados a la sostenibilidad y alinear las metas. Hay que capitalizar el “momentum” global de tienen los temas ambientales en la agenda política y social.
El estado actual y tendencia de declive en la biodiversidad son responsabilidad de todos, no solamente de los gobiernos. Tenemos que pasar de las palabras a la acción, y poner nuestros recursos en donde está nuestro corazón. Sigamos apoyando al productor local y orgánico, mejoremos la gestión de residuos en nuestras casas, seamos voluntarios en nuestras áreas protegidas locales, y sobre todo estemos vigilantes y exijamos cumplimiento de metas.
Fotografías: Lucia Cordoba
Leave a Reply