¿Cómo se alimenta a una mega-ciudad inserta en el medio de la selva amazónica sin recurrir a la deforestación? La respuesta ineludible es la agricultura. Pero allí no culmina el desafío. La ciudad capital del estado de Amazonas, Manaos, se encuentra aislada de los mayores centros de producción agrícola de Brasil. En consecuencia, posee una enorme dependencia de los pequeños productores locales ubicados en la periferia de la ciudad, así como de aquellos dispersos en el interior del estado para la obtención de alimentos accesibles, fibras, aceites esenciales, látex, y productos medicinales, entre otros.
En la actualidad, el BID está trabajando junto a la agencia financiera de desarrollo del estado de Amazonas (AFEAM), en asociación con el instituto de desarrollo agropecuario del estado de Amazonas (IDAM) y otras agencias, a fin de reforzar las cadenas de valor de producción agrícola a través de la provisión de créditos rurales dirigidos al interior del Amazonas. El programa aplicará un conjunto de salvaguardias ambientales y sociales del Banco, entre las que se incluyen asistencia técnica a los agricultores para la adopción de agricultura de bajo impacto, técnicas agrícolas ambientales, la total adhesión a registros, y un foro interinstitucional de alcance regional para promover la adopción de nuevas tecnologías, apoyar el desarrollo de cadenas de producción rurales emergentes y mejorar la producción agrícola en su totalidad.
Alcanzar estas salvaguardias no ha sido una tarea simple. A diferencia del Amazonas, la zona de la Amazonia rural de los demás estados ha atravesado profundos cambios en los últimos 20 años. Su tradicional modelo de desarrollo fronterizo se ha orientado hacia la construcción de grandes proyectos de infraestructura y la exportación de productos primarios que dependen de un uso intensivo del capital y del suelo. Si bien es cierto que estas inversiones han provisto al país de ingresos que resultan muy necesarios, no han traído aparejadas oportunidades a largo plazo para el empleo local o para la generación de riqueza, suscitado la seguridad sobre la tenencia de la tierra ni promovido la seguridad alimentaria.
Por el contrario, la apertura de nuevas fronteras al este y sur de la selva ha resultado en deforestación masiva y degradación forestal. Esto dio lugar a un éxodo rural y a un proceso de expansión no planeado e incontrolado. Como consecuencia, surgieron algunas de las favelas más problemáticas de Brasil[1] ya que muchos agricultores abandonan las áreas de producción agrícola en busca de empleos de mejor paga en las ciudades, lo que exacerba la inseguridad alimentaria en una región paradójicamente rica en recursos.
Sin embargo, no todo está perdido. El estado de Amazonas tiene una oportunidad única de evitar repetir este modelo de desarrollo de auge y depresión no equitativo. El estado cuenta con un área de 1,6 millones de km2 de los cuales el 50% están comprendidos bajo áreas formalmente protegidas y solamente 2,4% han sido deforestados hasta la fecha. Los niveles históricamente bajos de deforestación que presenta el Amazonas se deben a su relativa inaccesibilidad (carreteras pobres o carencia de conexiones entre carreteras) lo que ha evitado el acceso de la actividad agrícolo-ganadera a gran escala, acompañada de incentivos fiscales para la atracción de industrias de empleo intensivo en Manaos (el Polo Industrial de Manaos y su Zona Franca, conocida como ZFM).
Amazonas enfrenta dos desafíos clave, relacionados entre sí, en cuanto a la sustentación de este modelo de baja deforestación y elevada tasa de empleo urbano: el primero es evitar abrir nuevas fronteras y crear oportunidades competitivas de desarrollo económico para los agricultores en el interior, frenando el éxodo rural; y el segundo, asegurar que la producción de alimentos agrícolas se realice de manera ecológicamente adecuada, adoptando técnicas de conservación forestal y de producción de bajo carbono.
La variable que genera el cambio ha sido el Catastro Ambiental Rural (CAR)[2], un registro digital de tierras de todas las propiedades rurales que Brasil recientemente ha implementado con obligatoriedad.
Los mapas generados por el CAR incluyen a cada propiedad registrada conformando una base de datos, disponible por internet, que reúne los detalles de su ubicación (coordenadas GPS e imágenes satelitales), características topográficas particulares tales como superficies de producción o áreas despejadas, y áreas que de acuerdo al Código Forestal Brasileño se consideran intangibles o “áreas de reserva forestal obligatorias” (que en el Amazonas representan el 80% del área total de cada predio). Los detalles personales de sus ocupantes, dueños o usuarios también son incluidos, incluyendo referencias a cualquier título de tierras o de propiedad existente.
Las características más significativas que posee el CAR responsables de estar atrayendo a un creciente número de agricultores a unirse, son:
- es necesario estar registrado en el CAR para poder acceder a los permisos ambientales requeridos para la mayor parte de las actividades de producción/agrícolas;
- negarse a alistar una propiedad la marcará para inspección por parte del instituto de protección ambiental (IPAAM) y, de existir irregularidades, se impondrán las multas correspondientes;
- próximamente, la ausencia de registro en el CAR no permitirá a los productores rurales acceder a líneas de crédito oficiales; y
- la suscripción es gratuita y el agricultor recibe una imagen detallada de su propiedad.
El CAR representa un elemento fundamental para la seguridad de tenencia de tierras en el largo plazo así como para la conformidad con las normas ambientales en el interior del Amazonas. A su vez, estas son esenciales para promover las inversiones públicas y privadas responsables en producción agrícola y gestión forestal sostenibles.
El Amazonas se está posicionando para emprender un nuevo camino hacia el desarrollo, apalancado por el potencial que poseen los agricultores de generar ingresos económicamente atractivos a través de bienes producidos sosteniblemente en el interior de la región. Al hacerlo, el estado les asegura a las ciudades que se beneficiarán en términos de seguridad alimentaria y de la provisión de otros servicios forestales ecológicos. Este acercamiento por parte de Amazonas a una economía verde es su mejor apuesta para un “futuro verde”.
Figura: Ejemplo de un mapa digital generado por el CAR para registrar propiedades rurales, revelando áreas intangibles (por ejemplo, arroyos), productivas, y también áreas forestales protegidas. (Leyenda en portugués).
[1] http://infograficos.estadao.com.br/public/especiais/favela-amazonia/index.php
[2] Sitio oficial: www.car.gov.br. Para más información y una evaluación independiente del progreso de implementación del CAR, visite: http://www.inovacar.org.br/
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