Por Luísa Galvão
La violencia contra las mujeres muchas veces se produce de forma invisible en nuestras sociedades. La mayoría de los casos no son denunciados. Hay desconfianza en las autoridades, miedo al agresor, percepción de que se trata de algo insignificante, entre otros.
El sector de la salud puede y debe tener un papel importante en llenar el hueco.
En Brasil, cada cuatro minutos una mujer víctima de la violencia entra en el sistema público de salud. Además, la evidencia indica que las mujeres expuestas a la violencia tienen mayores probabilidades que las mujeres no maltratadas de procurar atención de salud, incluso si la violencia no es el problema de salud presentado.
Los servicios de salud pueden desempeñar un papel fundamental en la respuesta a la violencia contra las mujeres. Los proveedores de salud pueden:
- identificar a las mujeres expuestas a la violencia
- brindar atención inmediata
- mitigar los daños mediante el apoyo y la derivación a otros sectores, incluidos los servicios legales y sociales
La mayoría de los casos de violencia contra las mujeres no son denunciados por diferentes razones. Hay desconfianza en las autoridades o miedo al agresor. Existe la percepción de que se trata de algo insignificante, entre otros. Las mujeres expuestas a la violencia no siempre revelan haber sido objeto de violencia a sus proveedores de atención de salud.
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La OMS recomienda que los profesionales de la salud sean capacitados en cómo identificar los indicadores físicos y mentales asociados con la violencia, y preguntar acerca de la violencia cuando estos signos se presentan. Los médicos pueden ser entrenados sobre cuándo y cómo cuestionar y responder, incluyendo como escuchar con empatía, validar la experiencia de la paciente, y apoyarla. Una respuesta de apoyo de un proveedor bien entrenado puede ser crucial para la seguridad y la curación del paciente.
La violencia contra las mujeres puede tener consecuencias graves para la salud de las sobrevivientes, como lesiones físicas, embarazo no deseado, aborto, infecciones de transmisión sexual (incluso la infección por VIH/sida) y diversos resultados negativos en material de salud mental. Además de la provisión de la atención clínica de calidad para la condición presentada, la identificación de la violencia como un problema es importante. Los proveedores de la salud pueden, por ejemplo, orientar a las mujeres sobre cómo mejorar las conductas de seguridad si se enfrentan a un incidente abusivo, y referir a las sobrevivientes a los servicios especializados de apoyo incluso los servicios legales, financieros, psicológicos, y a la policía.
En octubre de 2015, los ministros y las ministras de salud de 38 Estados Miembros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) aprobaron la Estrategia y plan de acción sobre el fortalecimiento del sistema de salud para abordar la violencia contra la mujer, 2015-2025, durante el 54º Consejo Directivo, 67ª sesión del Comité Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud. La Estrategia y Plan de Acción establece una hoja de ruta para el fortalecimiento de los sistemas de salud para abordar la violencia contra la mujer. Entre los objetivos fijados por la Estrategia y Plan de Acción está la inclusión del tema de la violencia contra la mujer en los planes y políticas nacionales de salud de 35 Estados Miembros, hasta el año 2025.
Para complementar este esfuerzo multisectorial, el Banco Interamericano de Desarrollo está trabajando con los gobiernos en la región para fortalecer diversos sectores a fin de prevenir y responder a la violencia contra las mujeres, incluyendo actividades con las oficinas estadísticas, las fuerzas policiales, los planeadores urbanos, los sistemas de justicia, sistemas penitenciarios, y proveedores de servicios sociales.
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La autora agradece a Alessandra Guedes, Asesora en Violencia Intrafamiliar de la Organización Panamericana de la Salud, por las informaciones proporcionadas
Foto crédito: Flickr CC Javier Felip Cat
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