Como padres emigrantes en países donde se habla un idioma distinto al nuestro, hemos tenido el desafío de que nuestros hijos aprendan nuestra cultura y nuestra lengua. Esto ha implicado esfuerzos singulares: desde no responderles cuando hablaban en otro idioma, hasta numerosas negociaciones para que asistieran a clases de castellano y un sinfín de otras tareas. El esfuerzo mereció la pena. Nuestros hijos no han parado de cultivar el idioma materno, también manejan fluidamente su segundo idioma y además aprenden otros, lo que los hace multilingües y, además interculturales, pues cada idioma que aprenden es una ventana hacia un mundo nuevo y culturalmente diferente. Eso hace que estén preparados para un mundo globalizado.
Nadie cuestiona la importancia de conocer varios idiomas, especialmente si se trata de lenguajes relevantes para el mundo de los negocios, como el inglés, español o mandarín, que nos amplían oportunidades laborales. Pero ¿qué beneficio tiene hablar idiomas que sólo conocen un determinado grupo humano como los pueblos indígenas?¿Tiene relevancia hoy invertir en el aprendizaje y uso de un idioma indígena?
Los beneficios y datos muestran que la educación intercultural bilingüe (EIB) es importante.
Las personas bilingües tienen mayor flexibilidad cognitiva. Hablar más de un idioma permite contar con un repertorio más amplio de significados y referentes, mayores habilidades para la resolución de problemas y la toma de decisiones, mayor concentración pasando de una tarea a otra más rápidamente sin perder atención y recordar más información. Además, ser bilingüe tiene beneficios neurológicos y de salud: un aumento de la plasticidad cerebral contribuye a un retraso de cuatro o cinco años en la aparición de demencia (reducción de la probabilidad de tener Alzheimer), un retraso en el envejecimiento y beneficios sociales por un mayor desarrollo de la empatía.
Desde hace cinco décadas, América Latina ha implementado programas de EIB dirigidos a fomentar una educación con mayor pertinencia cultural y lingüística para los educandos indígenas. Estas iniciativas, generadas principalmente como respuesta de los gobiernos a las demandas de los pueblos indígenas, se han enmarcado en las transformaciones legales de naciones que comenzaron a reconocerse como multiculturales y plurilingües.
Sin embargo, a pesar de que en la región habitan cerca de 50 millones de personas indígenas y se hablan más de 550 lenguas indígenas diferentes, solo 10 países recogen información censal sobre lenguas habladas o aprendidas en el hogar y los datos sobre escolaridad no siempre son desagregados según la identidad indígena de los estudiantes y la(s) lengua(s) que hablan. El sistema educativo está perdiendo una gran oportunidad de fomentar el bilingüismo e interculturalidad y las ventajas que ello conlleva para la sociedad.
¿Por qué la educación intercultural debe mirar más allá de sus fronteras nacionales?
La cobertura horizontal y vertical de la EIB es todavía limitada
La EIB no llega a todas las escuelas de todos los territorios donde viven indígenas ni tampoco a todos los grados del sistema educativo, como la legislación prevé. En México, al 2017 solo se atendía con EIB al 56,9% de los estudiantes indígenas en preescolar y al 47% en primaria; en Guatemala al 19% en preescolar y al 15,6% en primaria al año 2012 y en Perú 73,1% en preescolar, 82,5% en primaria y 44,6% en secundaria según datos recientes.
Además, persiste el desafío de la calidad de la EIB. En numerosos casos, incluso cuando hay un programa de EIB en la escuela y un maestro identificado como bilingüe de un idioma indígena, no todos los docentes hablan y/o escriben la misma lengua de sus estudiantes. Es posible aprovechar el potencial de los estudiantes indígenas bilingües y aumentar sus capacidades cognitivas si, en lugar de relegar sus idiomas al hogar, estos tienen presencia en la escuela como idioma de construcción de conocimientos. Una estrategia simple de implementar sería mejorar la asignación de los maestros en escuelas con estudiantes indígenas asegurando que el maestro no solo habla un idioma indígena, sino que habla el idioma indígena mayoritario del área de la escuela donde imparte la enseñanza.
Y no se trata sólo de contar con docentes que hablen, lean y escriban las lenguas de los estudiantes, sino también de que comprendan que, además de atender la diversidad idiomática, es necesario aceptar como válidos e incorporar a la educación los valores, conocimientos y prácticas de trasmisión de conocimiento que los estudiantes traen de sus hogares, promoviendo el necesario diálogo horizontal de saberes y cosmovisiones distintas.
¿Cómo repensar la educación intercultural para las nuevas generaciones?
La implementación de la EIB sí mejora vidas. Un ejemplo de ello es el programa Jadënka que se imparte en 363 escuelas para 3.215 estudiantes Ngäbe de Panamá. La evaluación preliminar ha identificado que los estudiantes que han participado en el programa intercultural bilingüe logran un desempeño 6% mayor en aprendizaje de matemáticas en comparación con el grupo de control, y de un 7% más en el aprendizaje de etnomatemáticas.
Dado este contexto es urgente trascender la educación primaria y el ámbito rural en el cual se ha constreñido a la EIB. A ello se suma la urgencia de interculturalizar la educación de todos y todas para lograr transitar rápidamente de la coexistencia a la convivencia democrática entre pueblos de raigambre distinta y entre sectores sociales diferentes para poder construir proyectos en común. En este camino una educación desde y para la diversidad puede contribuir a ello, a la luz de la complejidad sociolingüística y sociocultural que marca nuestra contemporaneidad a nivel global.
Desde el BID apoyamos la educación intercultural bilingüe, necesaria para que todo tipo de estudiantes diversos alcancen su potencial pleno y puedan contribuir a la sociedad. ¿Conoces alguna iniciativa efectiva para promover la EIB? Compártelo en la sección de comentarios.