Mujeres de Ayacucho se reconocen indígenas. Hace ya un año esta noticia llamaba mi atención, ya que suponía una gran novedad en los Andes peruanos: el Club de Madres y Mujeres de Laramate decidía cambiar su denominación a Organización de Mujeres Indígenas de Laramate (OMIL).
¿Y qué tiene esto de relevante? Conociendo la carga peyorativa que el término indígena tiene en el Perú, mucho. Y no es una carga ligera, hablamos del siglos de ideologías asimilacionistas de mestizaje que han devaluado sistemáticamente las herencias culturales indígenas y dificultado que poblaciones originarias reconcilien el orgullo indígena con un ejercicio pleno de ciudadanía y oportunidades reales de movilidad social y económica.
Esto ha llevado a que, a diferencia de otros países andinos, en el Perú la población rural andina prefiera autoidentificarse como campesina o a partir de referencias geográficas que apelan a sentidos de pertenencia comunales, distritales, provinciales o regionales.
Por eso resulta interesante preguntarse: ¿qué condiciones permitieron a las mujeres de Laramate reivindicar y resignificar para sí el término indígena, cuando la realidad es que en los Andes peruanos esta palabra está marcada por la ausencia de sólidas identidades étnicas y por la percepción del indígena como inferior, atrasado, irracional, iletrado y pobre?
Esta pregunta me llevó a realizar una investigación audiovisual que dio lugar a este reportaje documental:
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Durante la investigación aprendí que el emprendimiento identitario de la OMIL estaba íntimamente ligado al lanzamiento de emprendimientos productivos que, promovidos por el Centro de Culturas Indígenas del Perú, habían propiciado la autonomía financiera y el empoderamiento de género entre las socias de la OMIL, tanto en sus espacios familiares como comunitarios.
Aprendí también que si bien los emprendimientos identitarios y productivos de la OMIL van de la mano con una reivindicación sentida sobre la importancia de rescatar lo percibido como propio y ancestral -productos nativos, lengua, saberes y costumbres-, existe una diversidad de motivaciones, argumentos y posicionamientos entre las mismas socias respecto de lo que significa e implica autoidentificarse como indígena. Y mientras algunas reproducen la carga peyorativa de lo indígena, otras la cuestionan y defienden que indígena no es un insulto.
La cultura y la reivindicación de lo indígena en las últimas décadas se ha convertido en una plataforma para la acción política y el reclamo por una ciudadanía intercultural que exige a su vez una incursión económica y social. El reportaje documental presenta cómo en Laramate y entre las socias de la OMIL se desarrolla un proceso de deliberación política ligado a la resignificación de lo indígena que refleja parte de los predicamentos y de la pluralidad y complejidad de los actuales emprendimientos identitarios en el Perú.
*María Elena Planas es antropóloga médica (PhDc Leiden Univ., MSc Université de Montréal) y visual (MA Manchester Univ.), coordinadora de la Unidad de Interculturalidad, Género y Ciudadanía y profesora de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Ha investigado y publicado sobre interculturalidad en salud, discriminación, racismo e inequidades étnicas, y políticas de identificación etnoracial en el Perú.
victor Dice
En sentido estricto se aplica la denominación indígenas a las etnias que preservan las culturas tradicionales. Con este alcance, se denomina indígenas a los grupos humanos que presentan características como pertenecer a tradiciones organizativas anteriores a la aparición del estado moderno, pertenecer a culturas que sobrevivieron la expansión planetaria de la civilización occidental
En la teoría marxista, el campesino es un productor agrario que, al mismo tiempo, trabaja en la tierra y es propietario (o poseedor) de la misma, es decir, tiene la “gestión técnica” de la producción en su parcela o terreno. En los diferentes modos de producción, el campesino va evolucionando: bajo la esclavitud, siempre está bajo la amenaza de la esclavización, en el feudalismo, es la clase social más numerosa, y paga regularmente una renta al señor feudal o terrateniente, y bajo el capitalismo, sufre la competencia de la industria y el “agribusiness”, viéndose cada vez más relegado y migrando a las ciudades.
Indígena es un término que, en un sentido amplio, se aplica a todo aquello que es relativo a una población originaria del territorio que habita,1 cuyo establecimiento en el mismo precede al de otros pueblos o cuya presencia es lo suficientemente prolongada y estable como para tenerla por oriunda (es decir, originario de un lugar).2 Con el mismo sentido se utiliza, con mayor frecuencia, el término equivalente nativo, presente en expresiones como “idioma nativo”. También es habitual utilizar términos como pueblos originarios, naciones nativas o aborígenes.3