Los ingresos del fútbol femenino de la FIFA, durante el primer año del ciclo 2023-2026, alcanzaron US$1.170 millones, reflejando el creciente interés y su potencial económico.
En América Latina y el Caribe la atención se centra hoy en uno de los eventos más relevantes para este deporte: la Copa América Femenina. Este torneo servirá de vitrina para el talento de figuras sobresalientes, y representará una oportunidad clave para analizar el impacto de este deporte en la economía, la infraestructura y la equidad.
En los últimos años se han logrado avances importantes hacia la igualdad de condiciones entre las jugadoras y los jugadores profesionales. Sin embargo, persisten desafíos estructurales que limitan el potencial del fútbol femenino para generar beneficios más amplios, no sólo para quienes lo practican, sino también para las comunidades y las economías locales.
Para aprovechar este potencial se requiere una acción coordinada entre los sectores público y privado, y entre gobiernos nacionales y subnacionales. Así lo revela el estudio del 2023 de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF), que encuestó a 1.171 futbolistas de 103 clubes en siete países de América Latina y el Caribe.
¿Cómo mejorar el panorama para las futbolistas profesionales e invertir en el desarrollo de América Latina?
1. Formalizar los empleos en el sector futbolístico
El estudio de ANJUFF destaca que solo el 24% de las jugadoras pueden dedicarse exclusivamente al fútbol, mientras que el 76% restante debe combinar su carrera deportiva con estudios y otras ocupaciones, enfrentando jornadas laborales dobles o triples. Además, el 49% de las jugadoras percibe ingresos mensuales iguales o inferiores al salario mínimo en sus países, y un 27% no recibe ninguna remuneración.
A pesar del creciente interés mediático y comercial, aún el 54% de las jugadoras están vinculadas a sus clubes mediante acuerdos informales, verbales o sin ningún tipo de contrato. Esta situación, sumada a los escasos ingresos, limita su desarrollo profesional y las puede exponer a condiciones precarias.
Esta realidad se enmarca en una tendencia más amplia en la región. Según el Índice de Mejores Trabajos 2024 del BID que mide la calidad del empleo por su formalidad y nivel de ingresos, la brecha entre mujeres y hombres en América Latina alcanza los 16 puntos.
En los últimos años ha habido avances para las jugadoras de fútbol, como la licencia de maternidad paga desde el 2024. El estudio muestra que avanzar hacia un modelo laboral más formal y sostenible, con regulaciones claras, brindaría mejores condiciones para las jugadoras y a su vez podría atraer nuevas inversiones al sector.
2. Invertir en infraestructura deportiva y salud
La infraestructura es clave para el crecimiento del deporte. Sin embargo, según el estudio de ANJUFF, solo el 33% de las jugadoras considera que las canchas en las que entrenan cumplen con las condiciones mínimas necesarias para el alto rendimiento. A esto se suma que apenas un 30% dispone de servicios médicos adecuados.
Otro aspecto relevante es la salud de las jugadoras. El 21% no cuenta con seguro médico, y un 12% lo financia de manera independiente. Dado el nivel de exigencia física de la disciplina, es fundamental garantizar la cobertura sanitaria y el acceso a entornos de entrenamiento seguros.
Una solución efectiva es impulsar alianzas público-privadas que integren clubes, federaciones y empresas para financiar infraestructura, seguros médicos y programas de bienestar. Este enfoque no solo protegería a las jugadoras, sino que también atraería inversión, fomentaría la profesionalización y generaría beneficios económicos y sociales.
3. Abordar la violencia de género en el deporte
El fútbol femenino también enfrenta retos en materia de violencia de género. Según el estudio de ANJUFF, el 73% de las jugadoras de primera división ha experimentado algún tipo de acoso sexual a lo largo de su carrera. Además, el 42% ha sentido temor de ser acosada y el 36% ha sido testigo de situaciones de acoso sexual. Estas cifras subrayan la necesidad de políticas públicas que protejan a las deportistas y fomenten un ambiente laboral seguro y libre de violencia.
Invertir en fútbol femenino, es invertir en desarrollo
La participación en el deporte tiene un impacto positivo en la educación, el empleo y la salud de las niñas. Dos estudios en Estados Unidos, por ejemplo, muestran que practicar deporte se asocia con mayor escolaridad, mayor participación laboral y una disminución en los niveles de obesidad.
Un estudio del BID destaca este potencial del deporte en el desarrollo de las personas y de los países. Describe diversas iniciativas en las que el BID ha invertido y que buscan incentivar el deporte para una mayor igualdad de género.
Además, el fútbol femenino tiene el poder de combatir estereotipos de género, ya que, según otro estudio, el 88% de las personas aficionadas al deporte considera a las deportistas como modelos a seguir. Mejorar las condiciones de vida de las jugadoras puede tener consecuencias positivas en nuevas generaciones que las tomen como inspiración.
Las políticas que se implementen en el fútbol pueden sentar un precedente para mejorar las condiciones de otras disciplinas deportivas, generando un impacto transversal en la inclusión y el acceso al deporte. Disfrutemos del fútbol femenino sin dejar de lado su potencial como una herramienta real de transformación social y económica para toda la región.
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