Cuando llega un bebé muchas cosas cambian en las familias y hogares. Principalmente cambian las responsabilidades de quienes se convierten en madres, padres o figuras de cuido. Aquí, el género de la persona juega un rol fundamental determinando quién hace qué, cuándo y por cuánto tiempo. Esto tiene consecuencias profundas en las brechas de trabajo, ingresos y hasta ocio y disfrute.
En el Documento del Marco Sectorial de Género y Diversidad, es posible encontrar información sobre las desigualdades que se viven dentro y fuera de los hogares en la región.

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El panorama para las familias en Latinoamérica y el Caribe
En América Latina y el Caribe, en 2019, las mujeres ganaron en promedio un 23% menos que los hombres con similar educación y experiencia. Estas brechas de género comienzan o se amplían cuando llega un hijo o hija a la familia. Estudios en la región destacan la importancia de la maternidad para la persistencia de las brechas en la participación laboral y los ingresos. Por ejemplo, en Argentina, Brasil, Chile, México y Perú, las madres reciben salarios más bajos que las mujeres sin hijos incluso cuando tienen los mismos niveles de educación.
Estas “penalizaciones por maternidad” oscilan entre el 12% en Brasil y el 21% en Chile. Las mujeres experimentan una caída grande, inmediata y persistente de sus ingresos tras la llegada de su primer hijo o hija. Sin embargo, cuando miramos los ingresos de los hombres, estos no se ven afectados por dicha razón.
Esto se debe a que a menudo, las mamás prefieren trabajos más flexibles o con menor carga horaria ya que en casa son las que dedican más tiempo al cuidado de hijas e hijos, así como las tareas del hogar. Por lo general, estos empleos tienen salarios menores.
Disminuir estas desigualdades requiere un cambio cultural relacionado a los estereotipos de género sobre el significado de la maternidad, paternidad y co-reponsabilidad. Pero también se necesitan políticas y programas que permitan a las familias equilibrar sus responsabilidades laborales y del hogar. Así, tanto madres como padres pueden involucrarse activamente en el cuidado y desarrollo de sus hijos e hijas y, si así lo desean, progresar profesionalmente. ¡Las políticas de familia pueden ser la clave para avanzar en esta dirección!
¿Qué son las políticas de familia y por qué debemos apostar a ellas?
Las políticas de familia son un conjunto de medidas, leyes y programas implementados en el ámbito público y privado para promover el bienestar de las familias. A continuación, algunos ejemplos.
1. Licencias de maternidad y paternidad remuneradas
Se refiere a un período de tiempo remunerado para que los padres y madres puedan ausentarse del trabajo. Esto aplica para hijos biológicos y adoptivos.
Un estudio en Chile encuentra que es más probable que las mamás tengan un trabajo remunerado un año después del nacimiento de su hijo o hija dado un aumento de la licencia por maternidad de 12 a 24 semanas. Por otro lado, un estudio realizado en Ecuador muestra que las licencias de paternidad remuneradas de corta duración son eficaces para aumentar el tiempo que los padres dedican a la crianza. Como resultado de la política, en promedio los papás se tomaron 3 semanas más de licencia por paternidad. Además, el número de horas que declaran dedicar a las tareas del hogar aumentó en un 25%, equivalente a 40 minutos por día.
2. Cuidado infantil accesible y de calidad
Son servicios de cuidado para la primera infancia gratuitos o de bajo costo. Estos pueden ser proporcionados por las empresas en el lugar del trabajo y/o por el Estado.
La literatura muestra un efecto positivo del acceso a guarderías en la participación de las mujeres en la fuerza laboral, aunque la evidencia sobre los ingresos de las mujeres es mixta. Además, la probabilidad de que la madre esté empleada aumenta entre 2 a 22% si tiene acceso a una guardería de bajo costo. El acceso a las guarderías también repercute en las mujeres empresarias y en la supervivencia de sus empresas. Durante la pandemia de Covid-19, y debido al el cierre de las escuelas, una investigación realizada con datos de 50 países descubrió que las empresas dirigidas por mujeres tuvieron mayor probabilidad de cerrar que las empresas dirigidas por hombres.
3. Flexibilidad laboral
Esto incluye el trabajo a tiempo parcial, el trabajo desde el hogar y los horarios flexibles.
Un estudio realizado en Canadá muestra que los horarios de trabajo flexibles suelen reducir la desventaja de las madres, especialmente en el caso de las personas con estudios universitarios. Además, el trabajo desde casa también reduce las diferencias salariales en la mayoría de los grupos educacionales. El trabajo a tiempo parcial, por otra parte, favorece la participación de las mujeres en el mercado laboral. Sin embargo, dado que generalmente ofrecen salarios por hora más bajos, se asocia con mayores brechas salariales de género.
Un trabajo en equipo
La promoción de estas políticas es esencial para garantizar el bienestar de las familias, la equidad de género dentro y fuera del hogar, y lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida personal tanto para las madres como para los padres. Así mismo, contar con un equilibrio en la distribución de las tareas dentro del hogar, es beneficioso para el desarrollo de niños y niñas.
Como podemos observar, alcanzar una crianza en equidad requiere un trabajo en equipo desde madres, padres, familias, pero también desde las empresas y las políticas públicas.
Y en tu país, ¿cómo son las políticas de familia?
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