
Tras la pandemia, la inflación se disparó en todo el mundo, provocando decisivas respuestas de los bancos centrales. La fuerte caída en la actividad económica, seguida por el rápido repunte obligó a las autoridades económicas a sopesar los costos de endurecer la política monetaria demasiado pronto frente a los riesgos de afectar la recuperación económica que muchas economías estaban experimentando. Aunque las respuestas variaron, muchos bancos centrales de América Latina y el Caribe actuaron con rapidez, centrándose en el costo de la inflación y en su capacidad para arraigarse en las expectativas.
Nuestra reciente investigación sugiere que esta acción temprana estuvo bien justificada. Los resultados muestran, por una parte, que los consumidores se basan, en gran medida, en su experiencia personal con la inflación a la hora de formarse expectativas y, por la otra, que los recuerdos duraderos ayudan a explicar por qué la inflación, una vez consolidada, resulta difícil de erradicar.
También observamos que actuar con rapidez para contener la inflación no solo impide que esta aumente hasta niveles indeseables, sino que también reduce su efecto de retroalimentación sobre las expectativas, evitando así un período más largo de medidas constrictivas.
Recuerdos de episodios inflacionarios en América Latina
Pocas regiones ilustran mejor el poder de la memoria inflacionaria que América Latina. Desde los episodios de hiperinflación de las décadas de 1980 y 1990 en Argentina, Brasil y Perú, hasta casos más recientes en Venezuela y Argentina, muchos hogares de la región han vivido largos periodos de inestabilidad de precios.
Estas experiencias no son fáciles de olvidar. Nuestro modelo —y los datos procedentes de encuestas en Estados Unidos y Europa— muestra que los ciudadanos anclan sus expectativas inflacionarias a su historia personal. En América Latina, donde la inflación ha retornado a menudo tras breves periodos de estabilidad, los consumidores pueden ser especialmente escépticos en periodos de baja inflación. Este escepticismo condiciona factores como el consumo, el ahorro, la negociación salarial e incluso la confianza en las autoridades monetarias.
Para modelar esta dinámica, utilizamos un “filtro de Kalman basado en la experiencia”, que combina las señales de inflación actuales con el historial de una persona. Este marco reproduce bien los datos de las encuestas de consumidores y es suficientemente flexible para incorporarlo a modelos macroeconómicos, lo que nos permite, por un lado, explorar cómo las expectativas basadas en la memoria afectan otros resultados económicos y, por el otro, considerar las mejores opciones de política monetaria.
Las expectativas inflacionarias son personales
Nuestros resultados confirman, entre otras cosas, que las expectativas inflacionarias, al estar determinadas por las experiencias vividas a lo largo de la vida, son un reflejo de la edad de cada persona. Las generaciones que vivieron periodos de alta inflación en el pasado tienden a esperar una inflación más alta, incluso cuando las tasas actuales son bajas. Por el contrario, las nuevas generaciones, con poco historial al cual recurrir, son especialmente sensibles a la situación inicial. Si sus primeras experiencias como consumidores se producen en un entorno de alta inflación, el impacto de estas puede ser muy sensible a la hora de definir sus expectativas. Como consecuencia, sus expectativas y acciones pueden verse fuertemente afectadas por los hechos recientes, haciendo el proceso inflacionario mucho más persistente.
En América Latina, donde los bancos centrales se han esforzado enormemente por recuperar la credibilidad, el periodo inflacionario pospandemia puede resultar muy perjudicial. Según sugiere nuestro estudio, el episodio inflacionario que se inició en 2021 puede dejar una huella duradera en una nueva generación que por primera vez experimenta una alta inflación. En ese contexto, retrasar las acciones de política monetaria no solo aumenta las expectativas inflacionarias actuales, sino que crea un punto de referencia histórico que la nueva generación no puede olvidar, dificultando los esfuerzos futuros por reducir la inflación.
Evitar los episodios inflacionarios
Hoy en día, algunos bancos centrales de la región siguen luchando contra la alta inflación y pueden afrontar un camino más difícil que otros países, no por falta de acción, sino porque los consumidores han incorporado la inflación en sus expectativas. El mensaje para todos los países es claro: evitar los episodios inflacionarios es la mejor manera de mantener ancladas las expectativas y conservar la estabilidad macroeconómica.
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