El acceso a fuentes energéticas modernas, confiables y sostenibles por parte de la población mundial se hace cada vez más evidente. Así mismo, la necesidad de buscar soluciones a los problemas que emergen de esta necesidad genera una preocupación tanto en países desarrollados como en desarrollo.
En América Latina y el Caribe los esfuerzos en lograr un mayor acceso a electrificación han producido significantes resultados en los pasados años, actualmente la región cuenta con un 97% de acceso eléctrico [1]. Sin embargo, si bien hoy existe un número mayor de hogares con acceso a electricidad mediante la extensión de red, los países se ven en la necesidad de contar con conceptos y estrategias innovadoras que posibiliten el acceso universal en aquellos lugares rurales, alejados, dispersos y con elevados niveles de pobreza, pues aún existen más de 22 millones de personas que atender.
En Guyana, la tasa de electrificación rural solamente alcanza a un 28% de la población. Con una elevada dispersión, difícil acceso y pobreza, las áreas rurales del país se ven condicionadas al uso de mecheros a querosén, velas, baterías y biomasa, que no solamente consumen más be 25% de sus ingresos, sino que también afectan su salud y contaminan el medio ambiente.
Es así como, se hace necesario buscar alternativas y alianzas que sigan esquemas “fuera de la caja” de los modelos o moldes existentes, pues la ampliación de los programas de electrificación en las zonas rurales aisladas se dificulta con el tiempo y es dentro de esa complejidad la importancia encontrar nuevos mecanismos que se adapten a las condiciones y realidades locales.
Afortunadamente los avances tecnológicos posibilitan el desarrollo dichos mecanismos que, según su aplicabilidad, no solamente logran incrementos en las tasas de electrificación sino también la participación y concurrencia de actores privados, públicos y sociedad civil. La elección final de la tecnología se basa en las prioridades estratégicas, la viabilidad técnica, social y económica que vaya con la realidad y el contexto en el que se trabaja.
De esta manera, la electrificación rural aislada requiere de una planificación integrada a la necesidad técnica de la energía y las condiciones sociales, económicas y ambientales en las cuales el proyecto se desarrolla. Se han visto que modelos exitosos en algunos países se convierten en fracasos en otros. Por tanto, las intervenciones prueban ser exitosas cuando se fortalecen y desarrollan capacidades, procesos y estrategias desde una visión local y transversal de la energía en los proyectos o programas; ya sean estos nacionales, regionales o municipales;… “la electrificación rural aislada no tiene una receta”.
Recientemente la creación de mercados ha sido uno de los modelos más seguidos en materia de electrificación rural. Apoyar al sector privado con incentivos ha probado ser una estrategia exitosa en muchos países para la creación de mercados, sin embargo, no es la única y debemos ser conscientes en su aplicación.
La electrificación rural comprende mecanismos tantos de la asistencia técnica y financiera, como la implementación participativa de instituciones locales, asociaciones, autoridades locales y regionales, Organizaciones No Gubernamentales, empresas privadas, iniciativas estatales y de cooperación técnico-financiera, que tienen el fin de impulsar una sostenible universalización del acceso a energía rural de manera sostenible.
[1] Access to Energy Services through Renewable Sources in Latin America & the Caribbean. Alliance for Rural Electrification – IDB, December 2017.
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