Refining Plant for gas in Pisco, part of the CAMISEA Project. Section of gasline beneath the Pisco riverbed.
Centroamérica y el Caribe son las dos regiones en América con el nivel más alto de participación de combustibles fósiles en su consumo energético. La participación de los derivados del petróleo en el consumo total de estas regiones es 50 y 70 por ciento respectivamente. Esta alta participación de los derivados del petróleo trae consigo una serie de problemáticas asociadas como la vulnerabilidad a la volatilidad en los precios de estos combustibles y en tiempo de precios altos de petróleo un impacto macroeconómico importante en la balanza comercial y en el nivel de inflación. Además, el mayor consumo de combustibles tiene efectos ambientales colaterales asociados como las mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
Afortunadamente, en America Central y el Caribe se están presentando otras opciones para diversificar el consumo energético. Una de esas opciones es el consumo de gas natural. El día 9 de septiembre de 2015 se hizo el anuncio de la asignación de un contrato a la empresa AES para la construcción de una planta de gasificación de gas natural con capacidad de 170 millones de metros cúbicos en Panamá. En octubre de 2015 se anunció la asignación del contrato de suministro con gas natural a una planta de generación eléctrica con capacidad de 355 MW en El Salvador. De esa misma forma, en Noviembre de 2015 se anunció la asignación de un contrato de suministro de gas natural por 20 años para una planta de generación eléctrica con capacidad de 120 MW en Jamaica. Además, en septiembre de 2015 se adjudicó un contrato de generación de energía por 10 años de 350 MW en Panamá.
Poco a poco, la introducción de gas natural en Centroamérica y el Caribe se convierte en una realidad. Una realidad que se antojaba lejana hace tres años antes que se realizaran los estudios del Banco Interamericano de Desarrollo que mostraban la conveniencia técnica, económica y comercial de introducir gas natural en estas dos regiones. Estos estudios mostraban que el diferencial de precios por valor energético entre el petróleo y el gas hacia rentable la generación eléctrica basada en gas y como consecuencia de ello la conveniencia económica de construir la infraestructura que permitiría la importación de gas.
Con la introducción de gas natural en Centroamérica y el Caribe se abre la posibilidad de diversificar el consumo energético de estas regiones con otros combustibles más limpios, con menores emisiones de gases de efecto invernadero y con una opción real para tener otras alternativas de generación en base firme con combustibles diferentes a los derivados del petróleo.
Si bien los proyectos vigentes para introducir gas natural en Centroamérica y el Caribe están vinculados a la generación de energía eléctrica, que han actuado como ancla para la demanda que le da la viabilidad económica, algunos de los efectos inmediatos asociados a la presencia del gas en un mercado energético es la expansión en su uso en otros sectores como el industrial y el residencial. Eventualmente eso ocurrirá una vez que se desarrollen los proyectos actuales asociados al sector eléctrico, pero es preciso que los gobiernos trabajen en la preparación del marco regulatorio e institucional que permita una apropiada operación del naciente mercado y que dé lugar a los incentivos apropiados para que el sector privado participe de manera dinámica y efectiva en el desarrollo de este sector.
Las autoridades energéticas deben estar alertas en dar los incentivos apropiados a los diferentes participantes en este sector al tiempo que promuevan un desarrollo sano con prácticas competitivas en la asignación de los contratos de distribución y en la ejecución y definición de las estructuras tarifarias que aplicaran a los usuarios finales. Esto es, deben crear los instrumentos y mecanismos de participación que promuevan la competencia y permita que se ofrezca a los usuarios finales el menor costo posible del gas suministrado. Ese menor costo es posible solo si se tiene la regulación adecuada que promueva la operación eficiente del sector y elimina las rentas monopólicas que pueden generarse en un mercado con esta estructura.
La buena noticia es que el mercado está naciendo y el potencial para su desarrollo es enorme. Solo como un ejemplo para ilustrar el potencial para el mercado de gas natural no solamente en Centroamérica pero también en América Latina: el consumo actual para generar energía eléctrica con base en gas natural en Latinoamérica es de 82 mil millones de metros cúbicos. En 2025, la región Latinoamericana consumiría del orden de 2,500 TWh de electricidad de los cuales más de mil serían generados por plantas de gas natural. Si la demanda incremental por electricidad en la región se satisficiera con generación basada en gas natural, la demanda incremental por este combustible en la región sería más de 250 mil millones de metros cúbicos. Es decir más de 3 veces el uso actual de gas para generación.
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