En poco más de dos decenios, Perú ha incrementado sus exportaciones agrícolas de US$748 millones en 2002 a US$12.300 millones en 2024. El país es ahora el primer exportador mundial de arándanos y uno de los principales productores de superalimentos de gran popularidad, como espárragos y aguacates. En la actualidad, el sector agrícola aporta el 6% del PIB y emplea a más del 25% de la población económicamente activa.
Los logros de Perú se atribuyen a que sus productos agrícolas cumplen rigurosas normas de calidad y seguridad para la exportación. Desde 1998, el BID ha colaborado con el país en cinco proyectos para potenciar el Servicio Nacional de Sanidad Agraria del Perú (SENASA), el organismo que se ocupa de mejorar la sanidad animal y vegetal y la seguridad alimentaria. Esta iniciativa catalizó el crecimiento de las exportaciones del país complementando inversiones públicas previas en riego, reglamentaciones más estrictas, acuerdos de libre comercio e inversiones privadas en tecnología agrícola.
Mayor productividad
La mejora del control de enfermedades y plagas también ha impulsado la productividad. Por ejemplo, la mosca de la fruta es una plaga sumamente destructiva que daña los cultivos agrícolas. Una evaluación de impacto de un programa respaldado por el BID de erradicación de la mosca de la fruta (2008-2014) constató que, a corto plazo, los agricultores de zonas tratadas aumentaron la producción y las ventas de fruta en un 65%. Un decenio después, imágenes satelitales confirmaron ganancias duraderas en la productividad de entre un 37% y un 49% entre los agricultores de las zonas tratadas. Sobre la base de estas pruebas sólidas, el programa del BID y el SENASA, concluido recientemente, dio continuidad a los esfuerzos de erradicación, con lo que se redujo la presencia de la mosca de la fruta en un tercio de los departamentos del país y se obró en beneficio de 900.000 pequeños productores directa e indirectamente.
Inversión privada en el sector agrícola
Un sector agrícola más sano, inocuo y productivo, que presenta cada vez más oportunidades de exportación, también ha fomentado la inversión privada. BID Invest viene apoyando los planes de crecimiento de los agronegocios dedicados a frutas y hortalizas en Perú, a los que aporta tanto financiamiento como conocimientos técnicos. De 2017 a 2023, su cartera de siete proyectos por valor de US$230 millones apoyó 34.000 empleos, el 43% para mujeres, y mejoró el acceso de más de 500 agricultores a servicios y financiamiento. Se promovieron también exportaciones por un valor superior a US$2.400 millones, lo que representa el 5% de las exportaciones agrícolas no tradicionales de Perú en el mismo período.
No obstante, el sector se enfrenta cada vez más a riesgos de fenómenos meteorológicos adversos, entre ellos ciclos más severos de El Niño y La Niña que afectan la producción, así como la volatilidad del mercado y períodos prolongados de maduración de los cultivos. Estos desafíos ponen de relieve la importancia del financiamiento a largo plazo de BID Invest para cubrir las lagunas del crédito comercial local para los agronegocios. Para mitigar aún más los riesgos, esta experiencia ha demostrado la importancia de la diversificación geográfica y de productos agrícolas, de sólidas estructuras de gobernanza corporativa en un sector con muchas empresas familiares y de alinear los cronogramas de amortización con los flujos de caja de las empresas cuando se trata de ciclos de rendimiento de nuevos cultivos.
Promoción de la sostenibilidad entre los pequeños agricultores
El Grupo BID también está promoviendo prácticas agrícolas sostenibles entre los pequeños agricultores para desarrollar su resiliencia. Por ejemplo, con apoyo de BID Invest, Danper, uno de los principales exportadores de productos agrícolas no tradicionales, está midiendo la pobreza multidimensional de sus proveedores de alcachofas[1] para orientar mejor su asistencia técnica y fortalecer la cadena de suministro. Asimismo, en el marco del recientemente finalizado programa del BID con el SENASA se capacitó a 60.000 agricultores familiares en buenas prácticas agrícolas. Una lección clave de esta experiencia es que puede ocurrir que los agricultores sean renuentes a invertir recursos en análisis de suelo y agua y otros requisitos para la certificación en buenas prácticas agrícolas sin comprender cuál es valor a más largo plazo de hacerlo. Por ello, el nuevo programa del BID con el SENASA, que está implantando un sistema oficial de certificación de buenas prácticas agrícolas y de manejo, llevará a cabo una iniciativa piloto para apoyar a los agricultores en la obtención de la certificación, así como evaluaciones de impacto para medir los efectos de la certificación en las ventas, el acceso a los mercados y otras áreas.
Introducción de innovaciones agrotecnológicas
Para crear resiliencia también es necesario introducir innovaciones agrotecnológicas en el sector. Un proyecto de BID Lab con Netafim está promoviendo tecnologías de riego inteligente, incluidos sistemas de fertirrigación para ayudar a pequeños productores de cacao de la Amazonía peruana a adaptarse a condiciones climáticas más secas. En asociación con una cooperativa local de agroexportación y una empresa de soluciones digitales, el proyecto combina asistencia técnica y financiera para promover la adopción de la tecnología. En el primer año, 300 agricultores recibieron capacitación, y está previsto instalar 200 sistemas en tres años. Para lograr una mayor aceptación entre los agricultores, el proyecto se está adaptando y amplía su alcance a un mayor número de cooperativas, regiones y cultivos. BID Lab también está trabajando con Abonos Vivos, empresa peruana de insumos agrícolas, para introducir fertilizantes biológicos que mejoren la restauración del suelo para cultivos de exportación como bayas, cacao y aguacates. En 2024, las ventas de fertilizantes habían aumentado casi un 60% y 500 pequeños productores utilizaban el producto, de modo que se había alcanzado la mitad de la meta fijada para el proyecto. El BID también tiene un nuevo programa dirigido a promover la innovación y la adopción de la tecnología en el sector agropecuario.
Para información más detallada, consulte la página de proyectos correspondiente a PE-L1023, PE-L1229, PE-L1280, PE-L1270, PE-L1289, PE-L1287, 12015-02, 12180-01, 12217-01, 13286‑01, 13487-02, 14022-01 y 14468-01, así como el informe de terminación de proyecto de PE-L1023.

[1] Se basa en la labor conjunta de BID Invest y Danper para la medición de la pobreza multidimensional de los trabajadores y sus familias con el fin de orientar mejor los programas sociales de la empresa. Para obtener más información, véanse los siguientes recursos: estudio, DEBrief y blog.
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