En mi último blog, compartí algunos retos sobre el evaluar y medir innovaciones en la educación. Más específicamente, hablé de los retos de medir el impacto de un programa de capacitación intensiva usando el método de Rassias para enseñar inglés como segunda lengua. El Programa que estamos evaluando está diseñado para maestros de inglés con un nivel de inglés intermedio bajo. Para encontrar a estos maestros, entrevistamos a 50 maestros de telesecundaria seleccionados aleatoriamente que mostraron interés en participar. Para nuestra sorpresa, estas encuestas telefónicas arrojaron que sólo el 12.7% (6 de 47) de los maestros entrevistados pudieron estructurar una oración básica en inglés sin cometer errores.
Desde el punto de vista de evaluación dos cosas me pasaron por la mente. Primero, necesitamos un programa de inglés para mejorar el nivel de inglés básico hablado de estos maestros. Segundo, cómo tomarán mis colegas en el gobierno estas noticias?
Como la educación es un tema muy sensible, pensé que mis colegas en el gobierno sentirían que los estaba criticando. Esta no era mi intención porque han sido extremadamente cooperativos y optimistas respecto a la evaluación. Me pedirían acaso no publicar esta información? Sería el gobierno criticado por resultados que surgen muy posiblemente de administraciones pasadas por abrirse a un diagnóstico y moverse en la dirección correcta? Esto me molestaba porque he visto a muchos de mis compañeros trabajar horas extras y pagar de sus bolsillos con la intensión de hacer las cosas funcionar y ayudar a los maestros.
Envié un mensaje privado con los resultados y les recordé a mis compañeros que estamos tratando de ayudar. Para mi sorpresa, ellos reaccionaron en la mejor manera en la que puedo pensar para promover el desarrollo. Reconocieron que existe un problema y se alegraron de contar con información que pudieran utilizar para ayudar a los maestros. Más aún, me motivaron a continuar explorando el nivel de inglés de los maestros. Reconocieron que podrían ser criticados por esto y más que mostrar una preocupación por la crítica política que la información pudiera generar, pensaron en los maestros. Cómo se sentirían al enterarse de esto? Se sentirían criticados en su trabajo? Sentirían los maestros que los estamos culpando? Sentirían que los hacemos ver débiles frente a sus alumnos?
Visité 3 escuelas y en las 3 los maestros están trabajando duro y aún pagando de su bolsillo por cursos para mejorar su inglés. Reconocieron que necesitan ayuda y pidieron herramientas. No se cómo se sentirán la mayoría de los maestros al enterarse de esto, pero los que conocí estaban muy interesados en evaluación y mejora.
Este es un paso enorme hacia la mejora en la calidad de la educación en el Estado. Los líderes actuales deberían de ser reconocidos por tomar este riesgo en la búsqueda de mejoras en el sector educación. Los maestros deberían ser reconocidos y apoyados por el trabajo duro que llevan a cabo a pesar de las limitaciones que enfrentan. Creo que, aunque la evaluación puede ser dolorosa para nuestros egos o posiciones políticas, crea conocimiento valioso que nos permite detectar en dónde estamos, cómo nos desempeñamos con relación al resto y algunas pistas sobre qué acciones y/o herramientas necesitamos para mejorar.
Fui a Santiago de Chile hace un par de semanas para participar en un seminario de evaluación de impacto. La conferencia fue atendida por más de 100 personas, muchas trabajando en el gobierno y tratando de aprender más cómo evaluar programas sociales. Un par de personas que trabajan en educación en México se acercaron a mi después de dar dos clases sobre metodologías de estimación del impacto de un programa social. Ambos me dijeron estar tratando de ayudar a los niños y maestros y mostraron interés por aprender más y recibir apoyo para generar información y evaluar.
Sonreí e hice nuevos amigos.
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