Son los docentes. No es la realidad virtual, ni las plataformas. Los maestros y maestras son el corazón de la transformación educativa y la puerta de entrada a una sociedad distinta. Allí está la semilla del cambio. Si queremos grandes médicos necesitamos grandes maestros. Si queremos grandes músicos, necesitamos grandes maestros. La docencia es la madre de todas las profesiones. Por eso necesitamos docentes que eduquen en la libertad, que desarrollen mentes críticas y creativas.
“Somos cazadores de talento”, afirmaba un docente al describir cómo los maestros buscan lo mejor versión de cada estudiante. Los docentes tenemos que trabajar en equipo, en comunidad y tenemos que encontrar, entre nosotros y con los estudiantes, caminos para el desarrollo. Algunos chicos pueden ser excelentes en una dimensión y otros en otra. Y eso se descubre también en equipo.
Volviendo a eso de cazar talento, me gusta la idea de pensar a los docentes como una gran guía porque no se trata sólo de transmitir conocimientos, sino de guiar a cada alumno en su camino personal de descubrimiento y crecimiento. Aunque pueda estar trillada, me gusta la frase “educar no es llenar vasijas, sino encender antorchas”, que algunos adjudican a William Butler Yeats y alude al sentido que tiene la educación en nuestras vidas.
Cada uno de esos docentes es una persona con historia. Si queremos reconocer su tarea, lo primero es conocer. Esa es la propuesta de este espacio a través del siguiente blog: conocer primero sus historias y reconocerlas después. Y el desafío es conocerlas en contexto. La educación es mucho más que enseñar en un aula. Muchas veces nos empeñamos en comprender una innovación sin prestarle suficiente atención al contexto. Conocer su historia, requiere su contexto.
Es posible y necesario inspirarnos. Diría más: Es posible y necesario dejar inspirarnos. Dejar que la inspiración nos habite es también un acto de humildad. Cualquier educador sabe que ser docente en ocasiones suele ser una tarea desgastante. Por eso, necesitamos palpar que es posible, que vale la pena cada esfuerzo. Y digo “palpar” porque es un poco más que escuchar. Palpar es tocar y reconocer con las manos. Estas historias nos dicen que existe otra forma de educar, que es posible recorrer otros caminos y que vale la pena cada esfuerzo.
Educar en gran medida es inspirarnos e inspirar a otros. El docente que inspira habilita a que sus estudiantes aprendan por sí mismos, provoca la transformación. El docente que inspira conoce a cada uno de sus estudiantes, sus inquietudes y motivaciones. Conoce al grupo, a sus familias y a su contexto. Esa es la invitación: dejémonos inspirar con estas historias y salgamos a inspirar a otros.
En estos blogs del BID y Fundación Varkey compartiremos los testimonios de cuatro docentes que son inspiración para nuestra audiencia en América Latina y el Caribe y que ponen en práctica #habilidades21 dentro y fuera del aula. Mantente en sintonía siguiendo nuestros blogs sobre educación y habilidades del Siglo 21, descarga nuestras publicaciones y mantente atento a nuestras novedades!
Leave a Reply