En Paraguay, un innovador programa de tutorías telefónicas está demostrando que crecer y mejorar a la vez es posible.
- Paraguay logró escalar un programa de tutorías telefónicas sin perder efectividad, llegando a más de 15.000 estudiantes.
- Un sistema de monitoreo en tiempo real convierte los datos en acción y mejora la gestión educativa.
- El aprendizaje colaborativo entre tutores y coordinadores fortalece la calidad y sostenibilidad del programa.
En Paraguay, una historia de innovación educativa está demostrando que la mejora en la implementación y la expansión de un programa pueden ir de la mano. Lo que comenzó en 2023 como una prueba de concepto —un grupo de tutores llamando por teléfono a estudiantes de primaria para apoyarlos en lectura y matemáticas— hoy es una política pública en consolidación.
Sabemos que las tutorías funcionan: la evidencia experimental acumulada en distintos países demuestra su impacto sostenido en el aprendizaje de los estudiantes. Pero también sabemos que la calidad de la implementación marca la diferencia, especialmente al pasar de pilotos a programas de mayor escala. En un post reciente de Enfoque Educación, David Evans y Carolina Rivas destacan que la efectividad de las políticas educativas depende en gran medida de cómo se implementan, subrayando la importancia de contar con mecanismos de capacitación, monitoreo y acompañamiento que aseguren resultados consistentes.
En el marco de una operación de préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el programa de tutorías telefónicas en Paraguay ha logrado llegar a más de 15.000 estudiantes, formar a más de 500 tutores e implementarse en 300 escuelas de 15 departamentos y la capital. Además, ha generado evidencia experimental de impacto en matemáticas y lectura, y ha comenzado a incorporar innovaciones como el uso de inteligencia artificial y estrategias de comunicación y sensibilización para fortalecer la participación.
“Este programa nos enseñó que no basta con crecer: hay que aprender mientras se crece,” resume Gladys Pastor, funcionaria del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) de Paraguay.
En el curso de estos dos años no solamente se ha logrado aumentar el alcance de la intervención, de poco más de mil estudiantes en el piloto original a más de siete mil en la última ronda de escalamiento, al mismo tiempo se ha logrado mejorar las tasas de terminación del programa en 16 puntos porcentuales (ver figura 1).



Se trata de un logro poco común en procesos de expansión y escalamiento de intervenciones educativas, dónde la preocupación suele ser la pérdida de “voltaje”, como se le llama a la disminución de la efectividad. Detrás de estos resultados hay un factor clave: un sistema de monitoreo en tiempo real que convierte la información en acción, fomenta el aprendizaje entre equipos y fortalece la gestión educativa.

1. Un sistema que escucha, aprende y actúa
Un elemento esencial del modelo de tutorías remotas que el BID ha apoyado en varios países de la región es la construcción de sistemas de monitoreo semanal que permitan seguir de cerca la implementación, detectar dificultades y actuar a tiempo. Cada tutor y coordinador reporta regularmente datos sobre participación, avances y desafíos de sus estudiantes tutorados. Cuando el sistema identifica una caída en la asistencia o en la frecuencia de llamadas, se activan alertas inmediatas: los coordinadores contactan a los tutores responsables y, si es necesario, se moviliza a la comunidad escolar para recuperar la participación.
Como se puede apreciar en el gráfico 2, el establecimiento de estos sistemas de seguimiento ha permitido identificar caídas en la participación y movilizar efectivamente esfuerzos para volver a entrar en contacto con las escuelas y las familias. Esa reconexión posibilita recuperar e incluso aumentar el número de participantes y, posteriormente, mantener estable y alta la tasa de participación.

“Las primeras semanas, fue difícil lograr la participación de los niños en las sesiones de tutorías, los tutores insistían con las llamadas. Pudimos intervenir comunicándonos con los Directores de las Instituciones Educativas y con las familias; flexibilizamos los horarios, adaptando todo los posible a la disponibilidad. Gracias a esto, logramos recuperar y llegar a incluso mas estudiantes de los que habían iniciado”, cuenta Marta Franco, una coordinadora del programa.
Este seguimiento continuo, basado en el llenado de formularios de reporte mediante la plataforma SurveyCTO y el establecimiento de un tablero de monitoreo de datos mediante PowerBI ha revolucionado la forma de gestionar el programa. Ya no se espera al final del ciclo para evaluar: se aprende y se ajusta sobre la marcha.

2. Aprendizaje colectivo: cuando los tutores también aprenden
Las tutorías no solo impulsan el aprendizaje de los estudiantes; también transforman a quienes las implementan. Los tutores —en su mayoría jóvenes universitarios— no solo aplican metodologías como el aprendizaje al nivel adecuado (Teaching at the Right Level), sino que aprenden a usar datos para mejorar su práctica, a trabajar en equipo y a reflexionar sobre sus decisiones pedagógicas.
Cada semana, los equipos participan en reuniones colaborativas donde tutores y coordinadores analizan los datos del monitoreo, comparten estrategias y resuelven juntos los desafíos que surgen en las aulas o en las llamadas.
“Las reuniones semanales que hacíamos con el equipo se volvieron espacios de aprendizaje e intercambio de estrategias. Compartimos experiencias, lo que funciona, lo que no, y nos apoyamos. Nos sirvió incluso de contención como un taller vivo de enseñanza/ aprendizaje” comenta Ana Laura Lima, tutora participante en el programa.
Estas instancias de trabajo conjunto —que nacieron como parte del sistema de seguimiento— se han transformado en comunidades de práctica donde el aprendizaje es colectivo. Allí se cruzan la técnica y la empatía, la evidencia y la experiencia.
De esta forma, el proyecto de tutorías se ha convertido también en un laboratorio de liderazgo y gestión educativa, donde los jóvenes tutores, muchos de ellos estudiantes de pedagogía o docentes nóveles, adquieren habilidades valiosas para su futuro profesional y para el sistema educativo del país.

3. Escalar con calidad: una lección para la región
El caso paraguayo deja una enseñanza que resuena más allá de sus fronteras: la calidad de la implementación no tiene por qué sacrificarse al escalar. Al combinar monitoreo en tiempo real, trabajo colaborativo y toma de decisiones basada en datos, Paraguay logró ampliar la cobertura de su programa de tutorías sin perder efectividad.
“Cada día, al ver los avances en los datos, me recordaba que detrás de cada número había un niño aprendiendo, una familia que acompañaba y un tutor comprometido. Me inspiraba a seguir, sabiendo que mi trabajo ayudaba al equipo a tomar decisiones para llegar a más estudiantes. Detrás de cada cifra había una historia, un esfuerzo y una oportunidad” nos comparte Laura Buttner, encargada de monitoreo y análisis de datos del proyecto
Este enfoque que moviliza tecnologías simples para la implementación, como el envío de SMS y llamadas telefónicas, pero al mismo tiempo construye alta inteligencia de gestión ha permitido consolidar un modelo adaptable y sostenible. Los avances tecnológicos en el campo de la inteligencia artificial abren un horizonte muy prometedor para construir sobre esta base y seguir fortaleciendo el acompañamiento de intervenciones pedagógicas con costo-efectividad, por ejemplo, mediante soluciones que faciliten el reporte y monitoreo, brinden retroalimentación pedagógica automatizada a los tutores y mejoren la comunicación con las familias y con las escuelas.
En un contexto en el que los países de la región enfrentan el reto de recuperar aprendizajes y cerrar brechas, la experiencia paraguaya ofrece una hoja de ruta: desarrollar la costumbre de generar y utilizar datos como una herramienta de gestión pedagógica, no solo administrativa.


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