Por Ichiro Toda *
Es creciente el interés sobre cómo medir la contribución de las actividades del sector privado al desarrollo de los países más pobre. Metodologías rigurosas de evaluación de impacto, que utilizan experimentos con controles aleatorios (RCT, por sus siglas en inglés), se han venido aplicando para iniciativas del sector privado, como el apoyo a instituciones micro-financieras o actividades de desarrollo de negocio. En términos de medición del alcance de las actividades del sector privado, hay un esfuerzo continuo por parte de los “inversores de impacto” para estandarizar la taxonomía de indicadores, como los Estándares para Informes e Inversiones con Impacto (IRIS, por sus siglas en inglés).
Los Bancos Multilaterales de Desarrollo (MDBs, por sus siglas en inglés), entre ellos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) planteó en 2001 un marco común de evaluación para las operaciones de inversión (principalmente financiamiento a través de patrimonio, deuda y/o garantías) que se llama Estándares de Buenas Prácticas del Grupo Cooperativo de Evaluación para la Evaluación de Operaciones de Inversión de Sector Privado (ECG-GPS, por sus siglas en inglés).
¿Cuáles son estos estándares?
Los ECG-GPS se basan en el reconocimiento de que los MDBs deben financiar proyectos de entidades privadas únicamente cuando (i) los proyectos traen beneficios no solo para los clientes sino también para otras partes interesadas, incluyendo consumidores, proveedores, competidores, empleados, comunidades, y/o gobiernos; así como, cuando (ii) los MDBs aportan un valor añadido a los proyectos, como podría ser la mejora de los proyectos en términos de diseño, desarrollo, aspectos social y/o medio ambientales. Los ECG-GPS también priorizan la rentabilidad financiera como pre-requisito, para que los proyectos contribuyan de forma sostenible al desarrollo, a pesar de muchas opiniones que sostienen que hay un “trade-off” entre rentabilidad financiera e impacto al desarrollo para los proyectos del sector privado. Desde su inicio, ECG-GPS ha estado sujeto a varias revisiones, que han sido acompañadas por un ejercicio de “benchmark” que revisa la implementación de los ECG’GPS por los distintos MDBs.
La cuarta edición, desarrollada en noviembre de 2011, tanto proporciona criterios para un tipo más amplio de operaciones, clasificadas en cinco tipos lo cual permite más flexibilidad en términos de la aplicación de referencias para el rating. También se incluye, por primera vez, el concepto de evaluabilidad, el cual ha sido enfatizado por el BID.
Uno de los puntos fuertes de los ECG-GPS es su visión integral, ya que contiene un amplio rango de enfoques de evaluación, incluyendo análisis de costo-beneficio, indicadores de desempeño para medir el alcance de los proyectos y la mejora de calidad, así como valoraciones cualitativas principalmente sobre la contribución y adicionalidad de los proyectos del sector privado. Además también conlleva una evaluación de los procesos para valorar la calidad de trabajo de los MDB tanto durante la fase de estructuración como la fase de monitoreo. Evaluaciones de impacto rigorosas también se pueden realizar como parte del Reporte Extendido de Supervisión del Proyecto, enfocándose en la contribución del proyecto al desarrollo económico. Finalmente, ECG-GPS intenta promover la identificación de las lecciones aprendidas y también su aplicación a nuevos proyectos.
Como se expone en la última versión de los ECG-GPS, al implementar la nueva edición mejorada de los estándares de buenas prácticas, esperamos identificar y diseminar las mejores prácticas en evaluación y compartir las lecciones aprendidas al efectuar las evaluaciones. Gracias a este proceso podemos contribuir activamente a mejorar tanto el marco de monitoreo y evaluación como las actividades del sector privado en todo el mundo.
Ichiro Toda es Oficial Líder de Efectividad en el Desarrollo del Departamento de Financiamiento Estructurado y Corporativo del BID.
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