Un sistema de información es mucho más que tecnología; es la llave para visibilizar a cada niño, garantizar servicios equitativos y optimizar los recursos disponibles. En la primera infancia, un período crítico que sienta las bases para el futuro, los sistemas de información integrados son una herramienta clave para transformar vidas.
Esta fue la principal conclusión de la 6ª edición de la Comunidad de Práctica sobre Desarrollo Infantil Temprano, coorganizada por el BID y la Fundación María Cecilia Souto Vidigal en agosto. Durante el encuentro, expertos y responsables de políticas compartieron sus experiencias ante una audiencia de más de 100 participantes de 22 países de la Comunidad, una red que congrega a diversos actores regionales e internacionales dedicados a la primera infancia.
El encuentro contó con la participación de Renan Gaya, Director de Estructuración de Datos para Políticas Públicas de Brasil; Jeanet Leguas Vásquez, Jefa de Departamento de Gestión Programática en Chile Crece Contigo; Claudia Becerra, Encargada de Sistemas Informáticos en la División de Promoción y Prevención de la Subsecretaría de la Niñez en Chile; y la Dra. Eunice Deras, Directora Ejecutiva del Instituto Crecer Juntos de El Salvador.

¿Por qué son tan cruciales los sistemas integrados de información?
América Latina y el Caribe (ALC) enfrenta desafíos asociados a las políticas de primera infancia que los sistemas integrados de información pueden ayudar a resolver:
- Cerrar las brechas de acceso: Antes de la pandemia, en la región la cobertura en centros de atención infantil para niños de 0 a 2 años ya era baja: el promedio regional apenas alcanzaba el 15% y la asistencia de los de 3 a 5 años el 68%, frente a un 92% en promedio de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). La pandemia interrumpió los servicios clave de desarrollo infantil temprano, profundizando desigualdades. Sin datos que permitan identificar quiénes son los niños que necesitan atención y su ubicación, es difícil cerrar estas brechas.
- Seguimiento al desarrollo y a la calidad de la atención infantil: Al monitorear en tiempo real —tanto los hitos del desarrollo de los niños como los servicios recibidos, los sistemas de información optimizan la atención a quienes más lo necesitan. Así se promueve el desarrollo integral, especialmente necesario en la región, donde niños de 5 años en hogares vulnerables presentan hasta 1,5 años de rezago en vocabulario frente a sus pares de entornos con más ventajas.
Estos sistemas son la columna vertebral de una política pública efectiva. Permiten tomar decisiones basadas en evidencia, supervisar la calidad de las atenciones, fomentar la coordinación entre sectores e instituciones (como salud, educación, etc.), facilitar la rendición de cuentas sobre el avance de los programas y articular diversas políticas sociales para ofrecer una red de apoyo integral.
La anatomía de un sistema exitoso: Atributos que marcan la diferencia
Para que un sistema de información cumpla su propósito y sea realmente útil, debe contar con ciertas características. Durante el encuentro se compartieron atributos clave:

- Sostenibilidad: Debe ser viable a largo plazo, con costos y esfuerzos de mantenimiento razonables.
- Reutilización: Maximiza el uso de componentes, datos y procesos existentes, evitando duplicaciones.
- Interoperabilidad: Debe integrarse con otras plataformas y bases de datos, facilitando decisiones basadas en información confiable y oportuna.
- Escalabilidad: Capaz de crecer sin perder rendimiento.
- Flexibilidad: Debe adaptarse a nuevas necesidades, tecnologías y contextos. La arquitectura modular apoya esta característica al permitir agregar, modificar o sustituir componentes de manera sencilla.
- Colaboración: Debe fomentar la participación de actores internos y externos en la gestión y actualización, asegurando su relevancia.
Además, al momento de diseñar sistemas de información se deben considerar aspectos técnicos como: (i) la normalización de los datos para asegurar su uniformidad; (ii) la implementación de mecanismos que garanticen la confidencialidad de los datos sensibles; (iii) y la creación de una fuente integrada de consulta que facilite a las autoridades el acceso a datos relevantes para la toma de decisiones.
Experiencias en América Latina: aprendizajes de Brasil, Chile y El Salvador
Brasil, Chile y El Salvador son ejemplos de países que están liderando el camino en el uso de los sistemas de información para la primera infancia. Sus experiencias y avances compartidos durante el encuentro nos ofrecen lecciones valiosas:
- Brasil: Gobernanza y visión a largo plazo. Brasil está construyendo un ecosistema de datos que integra información de diversos sectores. Un comité de gobernanza intersectorial con representantes de todos los ministerios es clave para su legitimidad y coordinación. Además, están desarrollando herramientas para los ciudadanos, como una aplicación móvil y notificaciones personalizadas, para empoderar a las familias. Todos estos esfuerzos se enmarcan en las leyes brasileñas para la primera infancia.
- Chile: Un sistema consolidado con base legal. El país ha institucionalizado “Chile Crece Contigo” y cuenta con un sistema nominal de seguimiento infantil, basado en la interoperabilidad entre los sectores de salud y niñez, con un marco legal que regula el intercambio y la protección de datos.
- El Salvador: Un identificador único para el seguimiento integral. El país ha implementado un número de identidad único para cada niño desde su nacimiento, que sirve como eje para conectar la información entre distintos sectores. Su principal desafío es impulsar un cambio cultural que promueva la adopción del sistema como una herramienta útil y no burocrática.
Conclusiones: El camino hacia la integración de datos
El encuentro demostró la importancia de un espacio de intercambio de buenas prácticas entre países de la región. A pesar de los distintos contextos y tamaños, desde los 18 millones de niños en Brasil hasta los 600 mil en El Salvador, los países enfrentan desafíos y oportunidades comunes en el desarrollo de la primera infancia.
- Diferentes etapas, mismos retos: aunque las políticas de primera infancia presentan trayectorias distintas (Chile desde 2007, y Brasil y El Salvador con desarrollos más recientes), todos los países comparten los retos de mejorar la cobertura y la calidad de los servicios. Estos desafíos evidencian la importancia regional de fortalecer los sistemas de información.
- La clave es la utilidad y gestión del cambio: para que estos sistemas sean adoptados, es necesario que su utilidad sea evidente para todos los actores involucrados, desde los funcionarios hasta los profesionales en el terreno. Cuando los usuarios no perciben claramente su utilidad, disminuye la probabilidad de que el sistema genere datos de calidad que contribuyan al diseño y la implementación de políticas públicas.
- Mirada intersectorial e integral: la principal oportunidad reside en la capacidad de estos sistemas para integrar datos y políticas de manera intersectorial. Al considerar al niño de forma integral —en su salud, educación y entorno social— es posibles diseñar programas más efectivos y ofrecer respuestas coordinadas a sus necesidades, evitando la duplicación de esfuerzos y optimizando las capacidades municipales, estatales y nacionales.
- Lo que se mide, se prioriza: estos sistemas no solo registran y monitorean el progreso, también promueven la transparencia y la participación social. Proveen información que permite ajustar el rumbo de los programas en el corto, mediano y largo plazo, enfocando los esfuerzos donde más se necesitan.
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En definitiva, consolidar políticas de primera infancia requiere tecnología y colaboración. La integración de datos y esfuerzos permite construir una base sólida para que cada niño —sin importar su origen— reciba la atención integral que favorezca su desarrollo.
La Comunidad de Práctica es una iniciativa del Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil Temprano (DIT), una alianza entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Fundación FEMSA, la Fundación María Cecilia Souto Vidigal, Porticus y la Fundación Van Leer que ha financiado, diseñado, implementado y evaluado soluciones innovadoras y escalables para mejorar la vida de los niños y niñas en América Latina y el Caribe.
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