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Por Marta Dormal.
Una creciente evidencia sugiere que los servicios de atención infantil de baja calidad pueden, no solo no producir los resultados deseados en términos de desarrollo infantil, sino también, en algunos casos, ir en detrimento de los niños que asisten a ellos. En este blog hemos hablado de cómo la calidad de proceso –los aspectos dinámicos de un servicio, tales como las interacciones entre el niño y los cuidadores– puede tener un impacto más significativo en los resultados de los niños que la calidad estructural, que se refiere a indicadores más observables como la infraestructura del servicio. También hemos presentado los diversos instrumentos que pueden utilizarse para medir la calidad del servicio, con recomendaciones acerca de cómo administrarlos en la práctica. Construyamos este conocimiento y continuemos con esa conversación enfocándonos en un objetivo específico de medición de la calidad: el desarrollo de un proceso de monitoreo sistemático para un mejoramiento de la calidad.
¿Por qué es importante monitorear la calidad del servicio?
Sabemos que la calidad, en particular la calidad de proceso, es el canal clave a través del cual los servicios de primera infancia pueden mejorar los resultados de desarrollo de los niños. Si bien hay varias razones importantes para evaluar la calidad del servicio, quisiera concentrarme en aquella que se centra en el mejoramiento de la calidad. Monitorear la calidad de una manera confiable, frecuente y sistemática puede proporcionar una retroalimentación útil para el personal del programa, que puede ser utilizada para orientar y mejorar sus prácticas.
¿Cuáles son las mejores prácticas en un sistema de monitoreo de la calidad?
Los Sistemas de Calificación y Mejoramiento de la Calidad (QRIS o Quality Rating and Improvement Systems en inglés) ofrecen un conjunto de mejores prácticas generales que los países interesados pueden usar como punto de partida para revisar sus sistemas actuales de monitoreo. Hay, por supuesto, muchos aspectos que confluyen para que un sistema de monitoreo sea de buena calidad, pero si nos concentramos en el objetivo de desarrollar un abordaje sistemático para monitorear la calidad, un sistema ideal debería, entre otras cosas:
- basarse en un conjunto de instrumentos que han sido validados en el contexto específico donde serán implementados;
- utilizar instrumentos que capten los constructos específicos que el programa busca mejorar e, idealmente, una mezcla de constructos de caliad de proceso y estructura;
- utilizar los mismos instrumentos o recolectar información de modo consistente para medir el progreso en el transcurso del tiempo;
- diseñarse tomando en cuenta el contexto en el que se desarrolla (por ejemplo, la capacidad financiera y humana actual de los sistemas de apoyo).
¿Cómo monitorean la calidad del servicio los países de América Latina y el Caribe (ALC)?
Lo que hemos observado en la región es que los gobiernos que monitorean la calidad del servicio optan por captar las variables de calidad estructural utilizando una lista de medidas que se enfocan en aspectos de la atención fácilmente cuantificables. Un buen ejemplo de ello es contar el número de libros que hay en un aula en lugar de medir constructos tales como la sensibilidad del cuidador o el apoyo a las interacciones entre pares. Un estudio de caso en el que se comparan las estrategias de monitoreo de varios países en ALC muestra que el 70% de los indicadores de calidad medidos por el gobierno de Ecuador y el 57,5% en México se concentran en aspectos de seguridad como la condición de la iluminación, la ventilación, el tratamiento de residuos, etc. Si bien en efecto son indicadores importantes, la principal preocupación que genera esta práctica radica en que las variables de proceso pueden ser más importantes para el desarrollo infantil que las estructurales y, como tales, deberían ser el foco de atención de cualquier esfuerzo de monitoreo.
Si existen herramientas validadas para medir la calidad de proceso, ¿por qué no utilizarlas para el monitoreo?
La guía de herramientas ¿Cómo se mide la calidad de los servicios de cuidado infantil? presenta varias herramientas desarrolladas en Estados Unidos para medir la calidad del servicio. ¿Por qué no simplemente usar esas herramientas para el monitoreo de la calidad de proceso? Algunas de ellas han sido administradas en varios países de la región, pero no están siendo usadas por los servicios como un instrumento regular de monitoreo.
La principal razón es que si bien medir la calidad de proceso es esencial para el desarrollo infantil, es también más complejo, lleva mucho tiempo y es más costoso que medir la calidad estructural. Por ejemplo, un instrumento que se enfoca exclusivamente en la calidad de proceso como el Sistema de Observación y Calificación en el Aula, versión para párvulos (CLASS, o Classroom Assessment Scoring System for Toddlers en inglés), requiere de la observación, los criterios y la interpretación de expertos. De hecho, un requisito para los evaluadores es contar con un certificado en el uso del instrumento (válido por un año) que les es otorgado a través de su participación en una capacitación de dos días y la aprobación de una prueba de confiabilidad.
La principal implicación radica en que si bien un instrumento como el CLASS puede ser usado para un ejercicio de recolección de datos relativos a un proyecto específico, es poco factible que los servicios de la región lo utilicen para monitorear la calidad de manera frecuente y sistemática.
Por lo tanto, es esencial no solo alentar a los gobiernos de la región a medir el mejoramiento de la calidad de sus servicios sino, también, a mejorar las mediciones que tienen a su disposición para hacerlo”. Marta Dormal.
¿Cómo podemos mejorar los instrumentos para monitorear la calidad?
Si una recomendación central para los servicios en la región es monitorear la calidad de proceso de manera sistemática, ¿no se debería acompañar a la sugerencia herramientas simplificadas, costo-efectivas para lograr ese objetivo? ¿Pero, cómo pueden desarrollarse estas herramientas?
No hay una respuesta única a esta pregunta. Sin embargo, parece claro que un importante primer paso es analizar la validez de las herramientas desarrolladas en Estados Unidos cuando se administran en un país de ALC. Hemos realizado este tipo de análisis en Ecuador. En el proceso hemos comparado asimismo las correlaciones entre los instrumentos más complejos y los más simples desarrollados en Estados Unidos para medir la calidad (en términos de su administración, puntuación, costos, etc.). Luego identificamos las subescalas de los instrumentos más simples, que parecen estar más asociadas con la calidad de proceso medida por los instrumentos más complejos, como el CLASS.
Podría construirse un estudio de seguimiento de este trabajo utilizando (partes de) estas subescalas para crear una herramienta más simple, parecida a una lista, para monitorear la calidad. Idealmente, esta lista de chequeo podría luego ser piloteada en un país de la región, conjuntamente con un instrumento existente como el CLASS y una medida del desarrollo infantil. El objetivo sería estudiar la asociación entre esta herramienta simplificada y las otras dos medidas para determinar si, en efecto, capta las dimensiones de calidad que son cruciales para el desarrollo saludable de los niños.
¿Cómo piensas que podemos desarrollar herramientas efectivas de monitoreo de la calidad para los servicios de desarrollo infantil temprano en la región? Comparte tus ideas y tu experiencia en la sección de comentarios que aparece abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.
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Marta Dormal es consultora en Desarrollo Infantil Temprano en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
Es indispensable establecer pilotos con expertos en DIT certificados por el BID que permitan enseñar y replicar modelos de atención en cada pais con evidencia científica.
Siempre que le evidencia científica integre la dimensión espiritual de todas las personas como lo hace la ciencia cuántica (particularmente el desdoblamiento del tiempo del Garnier) el cual dice que ‘hacer al otro lo que nos gustaría hagan con nosotros’ es un principio vital reconocido por la ciencia.
Si tan sólo nos centraramos en identificar «todo aquello que hace feliz a niñas y niños», podríamos construir instrumentos en donde lo esencial es verlos así, ahondando mayor esfuerzo en mejorar los procesos.
Lo que se dice en ésta nota, es uno de los aspectos – por el criterio disciplinar de cuidado elegido – en el que intento influir cotidianamente en la reflexión sobre las prácticas y aplicación de los procedimientos ya sea en el equipo técnico, supervisores, asesores legales y decisores en un área de desarrollo infantil de un gobierno local. La resistencia de la mayoría calificando ‘como utópico – imposible’ el abordaje o el entusiasmo primero ante el ‘eureka’ que no se sostiene en la continuidad necesaria y se vuelve hacia atrás ¡con una mayor carga de frustración! son las respuestas que encuentro.
Se necesita encontrar personas que tienen asumida su experiencia en la primera infancia. Observé que son muchos y muchas que no han transformado en el perdón heridas en su subjetividad.
Estoy convencida que las defensas establecidas en la subjetividad, se fortalecen adoptando modelos hegemónicos, la uniformidad burocrática y la declamación intelectual de los derechos (considerando que es suficiente).
Cambiaría ésta situación si pudiéramos reconocer en una escala amplia y estructural, la asignatura pendiente que tenemos en priorizar la dignidad humana de todos, al dinero.
Al realizar mediciones de calidad teniendo en cuenta una normativa, es necesario que esa normativa sea producto de una consulta real con las personas implicadas, así los patrones de medición estarán más ajustados a la realidad que se pretende optimizar. Cuando la normativa es importada desde un país desarrollado como los E. Unidos, los patrones o escalas de medición, no corresponden con los de un país en transición -como los de Latinoamérica, por lo tanto los resultados obtenidos conducirán a planes de acción erróneos, e incluso contraproducentes.
Mejorar el monitoreo de la medición de los servicios y programas de atención infantil, con el objetivo que demuestren que lo que se logra es realmente los fines y objetivos propuestos para la educación y cuidado de los niños es lo mejor que he leído.
ALC va superando las etapas donde la medición de resultados únicamente en términos cuantitativos podía considerarse absoluta.
Su propio crecimiento trae consigo la necesidad de nuevas prácticas que permitan sanear o mejorar lo que las anteriores no lograron, sin dejar nada de lo positivo de estas últimas.
En algunos casos, las nuevas prácticas, aunque de forma muy elemental, ya existían, pero, fueron dejadas de lado, sin considerar la generación de vacíos en partes del conjunto, vacíos que por desatención continuaron con una evolución al margen generando mayor afectación.
Excelente artículo sobre lo que debe ser la atención infantil.
Uno de los elementos que se está planteando en este blog es el eterno dilema de la educación: el seguimiento y monitoreo de los programas de desarrollo infantil. Es el aspecto postergado y que siempre queda a criterio de los responsables de los mismos en turno, pues implica dejar a descubierto los efectos de las acciones planificadas y realizadas.
El plan de seguimiento debe responder a una política pública de rendición de cuentas claras, a nivel central pero también local y por cada unidad de atención.
A mi criterio, no es la herramienta lo que aquí deberíamos discutir sino el quién lo realiza, el cómo o procedimiento y el presupuesto contemplado para que se ejecute.