© Blog Primeros Pasos de la División de Protección Social y Salud del BID
por Filipa de Castro y Betania Allen
Un reporte reciente sobre desarrollo infantil en México concluyó que si bien el tema está más vigente en el discurso y en los programas nacionales, no existe una política general ni una visión integral del mismo. El mejor gol de México debe apostar al desarrollo infantil. Pero ¿cómo?
Los avances en cualquier área de la salud pública resultan de introducir políticas y programas basados en la evidencia. Cuando la base científica es adecuada, las personas a cargo de políticas públicas (link en inglés) pueden transformar más fácilmente los resultados en decisiones y acciones. En este contexto, y para conocer mejor dicha base de evidencia disponible en el tema del desarrollo infantil en México, nos planteamos la pregunta, ¿qué sabemos y qué nos falta saber sobre el desarrollo infantil temprano en México?
Para contestar esta pregunta, llevamos a cabo una revisión sistemática de la literatura publicada en revistas científicas durante los últimos 20 años sobre desarrollo en niños menores de 10 años en México.
Casi medio millón de niños han sido estudiados, pero, ¿cuáles niños?
Identificamos 543 artículos científicos que en su total reportan datos de 426.645 niños mexicanos. La mayoría de los estudios (74%) son sobre niños residentes en zonas urbanas o metropolitanas, y solo el 12% reporta datos de niños indígenas. Menos de la quinta parte se refieren a niños en los primeros 1000 días de vida, que comprende el periodo desde el embarazo hasta los dos años.
Aunque es importante que se hayan estudiado temas de desarrollo infantil en casi medio millón de niños, sólo 14 estudios utilizan muestras representativas de las cuales es posible extrapolar conclusiones para la población nacional de niños mexicanos. Es importante invertir en estudios sobre desarrollo infantil con muestras representativas que incluyan niños en edad temprana, niños que viven en áreas rurales, niños indígenas y otros grupos poblacionales para los cuales contamos con menos evidencia.
¿Qué se mide? ¿Cuáles temas se estudian?
El desarrollo infantil está determinado por factores biológicos, psicológicos y sociales por lo que es importante contar con evidencia que refleje la riqueza y complejidad de estos mecanismos. Al respecto, encontramos que la literatura reporta una variedad de metodologías entre las que predominan los métodos psicométricos (57%) incluyendo las valoraciones del desarrollo, tales como la Escala Bayley de desarrollo infantil, las valoraciones de lenguaje o de psicopatología. El 17% de los artículos incluyen la medición de biomarcadores como el cortisol, y el 14% y el 12% de los artículos incluyen métodos neuropsicológicos o neurofisiológicos respectivamente.
El tema más abordado es la nutrición (24%), especialmente subnutrición y suplementación. Los factores de riesgo más explorados son los riesgos psicosociales (15%) y la exposición a contaminantes (11%), en especial al plomo. El 9% de los artículos miden el impacto de “Oportunidades” (un programa de reducción de la pobreza) en varios resultados de desarrollo infantil. En términos de los resultados estudiados, la mayoría de los estudios investigan el neuro-desarrollo, las competencias cognitivas y la psicopatología, y mucho menos las llamadas competencias no-cognitivas y el desarrollo socio-emocional. Asimismo, los pocos estudios sobre discapacidad tienen un énfasis clínico, y por lo tanto la información sobre los aspectos epidemiológicos, incluyendo la prevalencia, prevención, factores de riesgo y utilización o necesidades de servicios está prácticamente ausente.
¿Y la mamá?
En 1947, el pediatra y psicoanalista inglés Donald W. Winnicott dijo, “no existe tal cosa como un bebé, solo existe un bebé Y una mamá”, para llamar la atención sobre el sinsentido de estudiar al niño sin incluir a la figura proveedora de cuidados al infante. Al respecto, resulta importante reflexionar sobre el siguiente dato: aunque el 29% de los artículos mencionan a alguna figura parental, menos del 7% la incluyen como una variable principal (efecto principal) y tan sólo el 2% exploran de manera explícita y directa el tema de la relación temprana madre-bebé.
Sugerimos promover investigación sobre la relación madre-bebé, el apego emocional, los retos de ser padres en contextos de riesgo, la maternidad y paternidad adolescentes, la depresión perinatal, ser padres de bebés prematuros, entre otros.
¿El desarrollo infantil se analiza como un proceso dinámico?
El desarrollo infantil resulta de la constante interacción y sinergia entre los aspectos constitucionales y un conjunto de factores de riesgo y de protección que existen en la vida de los niños. Es decir, a la constitución genética se suma una serie de factores que van desde la atención prenatal, la nutrición, la exposición a riesgos ambientales, pasando por la calidad de los cuidados infantiles, de la estimulación temprana y del entorno emocional. En conjunto, estos factores pueden generar carencias y vulnerabilidades o contextos favorables a un desarrollo pleno y sano.
Este enfoque que examina tanto procesos como resultados, y requiere el uso de datos longitudinales, está ausente en la mayoría de los estudios de nuestra revisión (75%). Pensamos que se necesitan estudios longitudinales con diseños metodológicos y estrategias analíticas que determinen los roles mediadores/moderadores de factores de riesgo y de protección específicos, a través de modelos dinámicos como “efecto cascada”, asociaciones progresivas y efecto “spillover” que consideren tanto factores proximales como distales, a corto y a largo plazo para la explicación de las trayectorias y resultados del desarrollo.
¿Las políticas públicas están basadas en la evidencia científica?
A pesar del número considerable de estudios que identificamos en esta revisión, no queda claro cómo los resultados se traducen en insumos para políticas públicas basadas en evidencia. En este sentido es importante explorar de manera más detallada cómo podemos lograr que las personas a cargo de tomar decisiones a varios niveles utilicen la evidencia derivada de la amplia variedad de investigación que se lleva a cabo en México.
Nos parece fundamental incluir, en las encuestas poblacionales y evaluaciones de programas que se llevan a cabo regularmente en México, módulos bien diseñados sobre desarrollo y discapacidad infantiles (Encuestas nacionales de salud, evaluaciones de Oportunidades, encuestas que realiza INEGI, etc.). Dichos módulos deberán ponerse a disposición de los interesados de manera gratuita, de manera a que se pueda ampliar su aplicación. Finalmente, más allá de su significancia académica incuestionable, es importante diseminar el conocimiento científico sobre desarrollo infantil (link en inglés) ofreciendo fuentes sólidas de evidencia y promover, a su vez, su relevancia hacia las esferas del sector público en donde se toman las decisiones relevantes a éstos temas.
¿Sabes si la evidencia científica sobre desarrollo infantil ha sido incorporada a las políticas públicas de tu país? Comparte este artículo para que otras personas interesadas puedan reflexionar sobre este tema tan importante.
Filipa de Castro y Betania Allen trabajan en el Departamento de Métodos en Salud Pública, Dirección de Salud Reproductiva, Centro de Estudios en Salud Poblacional, Instituto Nacional de Salud Pública de México.
Leave a Reply