En este Día Internacional del Juego, decidimos hacer una pregunta simple a niñas y niños de distintos rincones de la región: “¿cuál es tu juego favorito y por qué?” Las respuestas no solo nos llenaron de ternura, sino que nos regalaron una mirada fresca sobre lo que significa jugar.
“Me gusta bañarme en el lodo, ¡porque soy Peppa Pig!”. “Mi juego favorito es la resbaladilla”. “A mí me gusta jugar a la mancha y también a las escondidas”. Lo que para los adultos puede ser una travesura o un pasatiempo, para la infancia es mucho más: jugar es la manera en que los niños exploran el mundo, ejercitan su imaginación y desarrollan habilidades que les servirán toda la vida.
Aprender jugando: lo que nos dice la evidencia
El juego no es un lujo ni un pasatiempo: es una necesidad y una de las herramientas más poderosas para el desarrollo integral en la infancia. A través del juego, los niños adquieren habilidades cognitivas, físicas, sociales y emocionales. Además, les permite expresarse, resolver conflictos, desarrollar empatía y su imaginación. También practicar la toma de decisiones en contextos seguros y estimulantes.
Lo que se conoce como “aprendizaje basado en juego” no solo ocurre en aulas ni con juguetes educativos diseñados especialmente. De hecho, muchas veces se da de forma espontánea, cuando los niños transforman una caja en un castillo o usan palos como varitas mágicas. No hace falta gastar mucho para jugar: con elementos del entorno, y sobre todo con imaginación, es posible crear momentos de juego valiosos. Incluso hay estrategias sencillas para construir juguetes caseros que fomentan la creatividad y ayudan a fortalecer el vínculo con los adultos.
Además de promover el aprendizaje, el juego tiene un gran valor en el cuidado emocional. En contextos de estrés o incertidumbre, jugar puede ser una vía para que los niños y niñas puedan canalizar emociones, sentirse seguros y recuperar el control. Como muestran distintas experiencias en América Latina y el Caribe, incorporar el juego en las rutinas de cuidado puede marcar una gran diferencia en su bienestar e incluso en su salud mental.
Más juego en movimiento, menos pantallas
Para que el juego cumpla su función, necesita algo fundamental: tiempo y espacio. Por eso es clave que las familias, los cuidadores y los responsables de políticas públicas reconozcan su valor y lo prioricen en los entornos cotidianos y de cuidado. No se trata de llenar los días de actividades estructuradas, sino de garantizar momentos para que los niños inventen, se aburran y vuelvan a empezar. ¡Y también de jugar con ellos!
Esto es especialmente importante en un contexto en el que las pantallas ocupan cada vez más tiempo en la vida cotidiana. Aunque la tecnología puede tener un rol positivo cuando se usa con intención, las recomendaciones internacionales son claras: en los primeros años de vida, el uso de pantallas debe ser muy limitado y siempre acompañado por un adulto.
Recientemente, la Asociación Española de Pediatría ha actualizado sus recomendaciones y sugiere evitar el uso de pantallas en menores de 6 años –con la excepción de fines concretos de contacto social, como una videollamada para que la persona del otro lado cuente un cuento o cante una canción–, y no más de una hora diaria para niños de entre 7 y 12 años –incluyendo el tiempo escolar y los deberes.
Pero eso no es todo: esta resalta cómo el uso de los dispositivos por parte de los padres puede influir en el comportamiento de los hijos. La evidencia científica señala que cuando los adultos están distraídos por pantallas —especialmente durante las comidas o en los momentos de crianza— se vuelve más difícil interpretar las necesidades de los niños, y esto puede generar malestar en la infancia, expresado a través de rabietas o alteraciones en la conducta.
Así que hoy, en el Día Internacional del Juego, queremos compartir no solo estas voces que nos llenan de ternura, sino también un recordatorio: jugar no es solo cosa de niños, es una necesidad que debemos acompañar.
Desde el BID, promovemos el juego como parte esencial del desarrollo infantil temprano a través de programas innovadores, integrándolo en programas innovadores que impulsan aprendizajes significativos desde los primeros años. Conozca más en nuestra página del Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil Temprano.
Escuchemos a los niños. Y, si podemos, ¡unámonos a su juego!
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