En las últimas décadas, la matrícula en educación preescolar experimentó un crecimiento notable a nivel global: entre 1990 y 2015, aumentó del 29% al 49%. Sin embargo, si bien es crucial que los gobiernos amplíen la cobertura de los programas de educación inicial, es también necesario que, en paralelo, se ponga el foco en la calidad. De hecho, si estos programas no son lo suficientemente buenos para impulsar el desarrollo infantil, su impacto puede ser limitado e incluso inferior al cuidado brindado en el hogar.
Es por eso que, recientemente, junto a los colegas Alison Andrew (Oxford), Orazio Attanasio (Yale), Lina Cardona Sosa (Banco Mundial) y Sonya Krutikova (Manchester University), publicamos un estudio en el que evaluamos dos estrategias implementadas en Colombia para fortalecer los preescolares públicos y su impacto en el desarrollo infantil. En esta entrada de blog, resumimos los hallazgos y lecciones clave que pueden orientar el diseño de políticas efectivas para mejorar la educación inicial.
Recursos en preescolar: ¿más es sinónimo de mejor?
El estudio se llevó a cabo en colaboración con el gobierno colombiano, en las ocho ciudades más grandes del país: Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Bello, Palmira, Itagüí y Soledad. Se evaluaron dos intervenciones.
La primera, diseñada por el gobierno e implementada a nivel nacional, consistió en asignar recursos financieros adicionales principalmente para contratar asistentes de aula. La segunda complementó esta medida con una capacitación de bajo costo para los docentes.
Los resultados fueron reveladores: mientras que la primera intervención no tuvo impacto en el desarrollo infantil, la segunda mejoró significativamente las habilidades cognitivas de los niños, especialmente de aquellos en situación de mayor vulnerabilidad.
La diferencia no estuvo en el monto de la inversión, sino en cómo los docentes respondieron a los cambios. Con los nuevos asistentes en el aula, pero sin orientación o lineamientos claros sobre sus tareas, muchos maestros redujeron su participación directa en actividades de enseñanza, delegando tareas en asistentes con poca o ninguna capacitación. En cambio, cuando los docentes recibieron formación específica, lograron organizar mejor el trabajo en equipo, delegar tareas administrativas y de apoyo, y enfocarse en mejorar la calidad de la atención y el aprendizaje.
La clave: capacitación docente y equidad en el desarrollo infantil
El estudio refuerza la idea de que la capacitación y el acompañamiento a docentes son esenciales para mejorar la calidad de la educación preescolar. Algunas lecciones clave incluyen:
- Aumentar los recursos no garantiza mejores resultados. Lo esencial es cómo se utilizan.
- Capacitaciones bien diseñadas, altas en contenido práctico y sostenibles pueden ser altamente efectivas.
- Mejorar la calidad de la educación inicial y preescolar beneficia especialmente a los niños más vulnerables, contribuyendo a reducir desigualdades desde los primeros años.
- La comprensión del desarrollo infantil y una mejor organización del tiempo en el aula hacen una diferencia real en los aprendizajes.
Repensar la inversión en la educación inicial
Los hallazgos de esta investigación tienen implicaciones más allá de Colombia. En muchos países, los esfuerzos por mejorar la educación inicial se han centrado en aumentar la inversión. Este estudio demuestra que la clave no está solo en cuánto se invierte, sino en cómo se invierte.
Una estrategia efectiva debe combinar financiamiento con formación y acompañamiento a los equipos educativos. Solo así los docentes estarán en condiciones de aprovechar al máximo los recursos adicionales. Esta combinación puede generar mejoras significativas en la calidad de los servicios y en los resultados de desarrollo infantil, sobre todo para quienes más lo necesitan.
En definitiva, mejorar la educación preescolar no es solo cuestión de invertir más, sino de invertir mejor. Te invitamos a conocer más detalles del estudio en el siguiente enlace.
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