por Norbert Schady
Un estudio revela que en los Estados Unidos, más del 70% de la población está de acuerdo en que a veces hay que disciplinar a los niños con una buena y firme nalgada. En la práctica, la aceptación del castigo corporal varía en cuanto a la frecuencia, la severidad y la cultura. ¿Qué tan frecuente es la práctica del castigo corporal de niños pequeños en América Latina y el Caribe?
En primer lugar, definamos algunos términos
Por lo general, los investigadores distinguen entre el castigo corporal “moderado” o la nalgada (golpear con la mano abierta a un niño en las nalgas o extremidades sin causar lesión física) y el castigo corporal “severo” o maltrato infantil (golpear con un objeto, el puño cerrado o darle golpes a un niño en el rostro o el torso).
En general, hay un amplio acuerdo entre especialistas de desarrollo infantil que el castigo físico severo en los niños produce un daño psicológico perdurable, incluso índices elevados de problemas de salud mental y agresión en la adolescencia y la edad adulta. Sin embargo, no existe el mismo acuerdo con respecto a los efectos de las nalgadas. Algunos investigadores han argumentado que la nalgada puede ser tan efectiva como deseable, en tanto que otros han alegado que es tan inefectiva como dañina.
El castigo corporal en América Latina y el Caribe
En este artículo presento evidencias sobre la repercusión del castigo corporal severo de niños pequeños —y los gradientes socioeconómicas de ello— en diez países de América Latina y el Caribe. Dichos países son Bolivia, Colombia, Perú, Argentina, Belice, Costa Rica, Jamaica, Santa Lucía, Surinam, y Trinidad y Tobago.
En cuatro países —Belice, Bolivia, Jamaica y Santa Lucía— por lo menos el 40% de los niños fueron castigados severamente durante el último mes, mientras que en otros cuatro países —Colombia, Perú, Surinam, y Trinidad y Tobago— dicha proporción es cercana al 30%.
Con respecto al sexo, las siguientes cifras revelan que en todos los países se castiga severamente a los varones con más frecuencia que a las niñas —en lo cual hay una diferencia de entre 2 y 4 puntos porcentuales.

Otro factor que estudié en todos los países son las gradientes educacionales de las madres. Es menos probable que reciban un castigo corporal severo los hijos de madres con mayor educación. Dichas diferencias son considerables en Argentina y Surinam. Por ejemplo, tanto en Argentina como en Bolivia, el hijo de una madre con cierto grado de educación terciaria tiene un 50% menos de probabilidades de ser castigado severamente que el hijo de una madre con educación primaria solamente. Observa las siguientes cifras que comparan los 10 países según el grado educacional de la madre.

Otros factores importantes dignos de mencionarse entre mis hallazgos:
- Hay un aumento en el castigo corporal severo a medida que crecen los niños, hasta aproximadamente los 5 ó 6 años de edad en que deja de aumentar la repercusión del castigo corporal.
- Es más probable que los hijos de mujeres de mayor edad reciban un castigo severo que los hijos de mujeres más jóvenes.
¿Qué observamos de las consecuencias?
Es muy difícil identificar los efectos causales más allá de simples asociaciones entre el castigo corporal y la manera en que se desempeña la persona en fases posteriores de la vida. No obstante, un estudio revela que los hijos de madres que aplicaron un castigo corporal escaso o nulo “desarrollaron aptitudes cognitivas más rápidamente que los niños que recibieron nalgadas”.
¿Te sorprenden estos hallazgos? ¿Qué piensas de las demás consecuencias a largo plazo? Escribe tus comentarios en la sección de abajo o en Twitter.
Norbert Schady es el Asesor Económico Principal para el Sector Social en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Considero que este es un tema muy relevante y que algunas veces pasamos por alto cuando pensamos en los resultados que se quieren alcanzar con programas a la primera infancia. Hacer participes a los padres y proporcionarles herramientas para alcanzar mejores prácticas de crianza es fundamental. Los padres tienden a replicar la manera como fueron criados, muchas veces caracterizada por castigo físico. Intervenciones a la primera infancia que le muestren formas alternativas para disciplinar a los niños pueden ser muy útiles. Como parte de mi investigación estudio el impacto de los programas de primera infancia sobre las formas de disciplinar a los niños, comparto mi post sobre el tema. http://blogs.worldbank.org/impactevaluations/early-childhood-development-programs-beyond-nutrition-and-cognitive-outcomes-guest-post-diana-lopez
La mayoría de las veces la nalgada es el inicio de otra serie de prácticas de abuso y ejercicio de poder sobre el niño. El castigo corporal o de cualquier otro tipo no ha servido nunca para crear sociedades más autónomas y propositivas. Todo castigo genera rechazos que de una manera u otra manera se verán reflejados en conductas posteriores. Los castigos están asociados también a los niveles de pobreza de los países de América Latina.
Que interesante es poder detenernos como adultos a analizar el impacto de nuestras actitudes, nuestras acciones sobre el niño. Los adultos nos olvidamos lo vivido, nuestras propias emociones frente a la reacción del adulto, cuando las palabras o mejor dicho, la comunicación se queda escondida para dar paso a la forma más rápida de buscar el que nos hagan caso. Frente a estas situaciones el adulto se vuelve niño, no piensa, no espera, no siente, solo reacciona. Y luego encontramos miles de argumentos para justificar, lo que sabemos es injustificable, porque solo a los animales irracionales se les pega, porque en ellos no existe la razón para entender las palabras.
Lo he observado claramente, las personas con menor nivel cultural golpean a sus hijos, carecen de estrategias de autocontrol y de un nivel comunicativo que les permita usar el lenguaje para regular el comportamiento de sus hijos. >>Solo la educación podrá cambiarlos.
Es un tema muy importante de tratar en momentos donde los niños y jóvenes se han salido de las manos de los padres y las consecuencias no son nada buenas, sobre todo porque son ellos el futuro del país. Lo que se dice es que la población de antes somos responsables,honrados, respetuosos, porque nuestros padres fueron severos en la crianza, ahora todo se permite al punto que se llega a la falta de respeto hacia los demás. En la mayoría de casos los jóvenes tienen hijos a temprana edad, cuando aún no están preparados para tal responsabilidad. Son niños criando niños, no tienen la experiencia y todo lo permiten, como mujer y madre me duele ver niños drogadictos porque que no hay autoridad en muchos hogares. Se han confundido conceptos y no se educa a los menores ¿Qué futuro nos espera a largo plazo? la educación es una de las soluciones pero no hay voluntad política y nosotros no estamos preparados para exigirla, Gracias por el articulo.
Nydia Denny Montenegro,creo que sus opiniones son verdades muy difíciles de refutar. En toda ciencia – y la educación de los niños y jóvenes es una ciencia y como en toda ciencia existen teorías – las teorías están lanzadas para ser aceptadas, refutadas, criticadas, debatidas, y por último comprobadas o no, por el inexorable paso del tiempo que es al final el árbitro que dictamina la veracidad de las mismas. Mucho ya escuché y leí que generaciones pasadas, por culpa de una educación deficiente o mala, arrastramos frustraciones, amarguras y traumas que condicionan nuestras vidas, y que siguen influyendo en nosotros al no permitir desarrollarnos como quizá lo hubiésemos querido. Estos elementos fueron motivo suficiente para que las generaciones que luego sobrevinieron fueran educadas de forma diferente a las anteriores, ya sea inducidas desde centros de enseñanza dirigidas por expertos o través de una profusa información difundida a la población a través de los medios. Por el transcurrir del tiempo y a la luz de los resultados, – y permítaseme hablar en este punto de la generalidad, no de las excepciones – uno se encuentra con una pléyade de jóvenes en su gran mayoría insolentes, irrespetuosos, irresponsables, carentes de empatía, muchos de ellos violentos en grado mayor a los de otras generaciones (hoy es común que uno solo lo golpeen entre diez y a ellos les parece normal) y con una serie de ´cualidades´ que creo, no pueden ser basamento de una sociedad mejor. Pero el problema no acaba acá, no, resulta que nosotros los ´mal formados´, los amargados, los frustrados los traumados debemos lidiar con esta nueva generación de mejor formados donde casi siempre llevamos las de perder. Pero no es una cuestión meramente particular, no, es una cuestión social. Antes en las fiestas de jóvenes, hasta podría decirse, inocentes que teníamos, no necesitaban que en las mismas existan guardias, hoy no, condición ´sine qua non´ es que éstas deban contar con guardias de seguridad de los locales. ¿Por qué debería haberlos?, si éstos fueron educados sin frustraciones y sin traumas?. No deseo que se tome como una apología al autoritarismo, la disciplina irrestricta o favor del castigo físico, pero evidentemente algo anda mal o muy mal. No estoy a favor del conservadurismo ni en contra de la evolución, pero cuando algo se desea cambiar se lo debe hacer por algo mejor o mucho mejor, no se pueden hacer experimentos con las personas, el daño que se causa a una sociedad, si es de este tipo, es irreversible.