Contrariamente a lo que se piensa, en varios de los países más desarrollados hay más ciudadanos “no propietarios del lugar donde viven” que en los países en vías de desarrollo. ¿Por qué? ¿No es acaso el sueño de la casa propia un valor universal? No necesariamente. Un análisis cuidadoso nos lleva a descurbir alarmantes “impropiedades” de la propiedad.
En Latinoamérica, una importante mayoría, independientemente de su estrato socioeconómico, es dueña de las casas donde vive. Son viviendas compradas con el esfuerzo de ahorrar peso sobre peso, porque–todos los sabemos–el acceso al crédito no es fácil. La tasa de propiedad promedio es del 64% en la región y en algunos casos como Venezuela llega al 92% o en Paraguay al 81%. En los países nórdicos (Finlandia, Dinamarca, Noruega), por citar un ejemplo de alta calidad de vida, solo el 54% promedio es propietario.
Este debate no es nuevo, ya en 1990, el economista británico Andrew Oswald demostró que los niveles más altos de propiedad de la vivienda propia se correlacionaban con los niveles más altos de desempleo sobretodo en Europa y en los Estados Unidos. Según la hipótesis de Oswald los propietarios de viviendas experimentan más dificultades para encontrar un nuevo trabajo después de quedarse sin empleo debido a que sus costos para moverse son más altos que los de los que viven de alquiler. Los propietarios desempleados suelen buscar empleo en el lugar donde están, es decir, un trabajo que no les obligan a trasladarse a una zona residencial diferente. El costo de oportunidad de hacerlo y las pérdidas de vender y comprar en otro lugar lo hacen rechazar propuestas. El que alquila se muda a donde consigue trabajo, incluso es más fácil que se mude de cuidad o Estado.
También Zygmunt Bauman, en su libro “La modernidad liquida” llevo el debate a una instancia más. El sostenía que la propiedad privada le saca libertad a la familia. Que las que viven en un lugar complicado y son dueños de la propiedad, por lo general no se mudan, porque no pueden. Están atados, porque su casa es el mayor capital que tienen, pero como viven en una zona complicada, nadie se la paga, entonces no puede mudarse porque perderían lo único que tienen, entonces siguen viviendo ahí aunque el lugar se inunde, sea inseguro o incluso este contaminado. Y cuantos menos recursos tiene la familia, más se aferra a lo poco que tiene. En cambio el que no posee esos bienes es más libre para moverse por donde quiere.
Por otro lado la economía es menos dinámica, porque si gran parte del capital de los ciudadanos esta inmovilizado en un activo poco productivo para un País, como es comprar una casa, ampliar la existente o incluso buscar una segunda , en lugar de invertirlo en empresas o crear nuevos proyectos. Una economía desarrollada tiene más impulso con la rotación del dinero de los emprendedores que con la generación de propietarios. Incluso hay estados, ciudades donde suelen incentivar a la compra de vivienda, regalando terrenos o subvencionando impuestos, más allá del “derecho a techo propio ”, para evitar la emigración y la fuga de cerebros o de mano de obra. O sea como dice Bauman, usar la propiedad de la casa como un vehículo para que el ciudadano se aferre a un lugar o una identidad.
Viendo entonces (i) el valor de mi casa y sus costos de mantenimiento (impuestos predial o inmobiliario, impuestos municipales, tasa de alumbrado, barrido y limpieza, expensas, seguro), (ii) el valor de mi auto y su mantenimiento (patente, seguro, cochera), (iii) el resto de impuesto tales como bienes personales, impuesto a la herencia, y (iv) los negocios que me han ofrecido y que me he tenido que negar por no tener capital en la mano me pregunto entonces:
Abraham Carrillo dice
Hay que preguntar a los inquilinos si están satisfechos con este estudio, por otro lado, ¿Los que escribieron esto tienen casas o son inquilinos? ¿alguna vez fueron inquilinos?…
En Bolivia (Santa Cruz) hay un importante sector de la economía (de la clase alta y media alta) que no tiene casa propia, pero es porque sus familias tienen casas por montones así que no tienen de qué preocuparse… quiero decir que depende de que tipo de no-propietario estamos hablando… en su gran mayoría los no-propietarios de la clase media para abajo sufren por las precarias condiciones de sus “hogares” y por las incomodidades generadas por los dueños de los espacios habitacionales, por lo menos es lo que veo en mi Bolivia.
Federico dice
Creo que el tema debe tratarse también desde una perspectiva social, ya que en Europa las condiciones para alquilar vivienda son mucho más flexibles que en América Latina, esto incluye tambien el acceso al crédito. Mientras que en Europa las tasas son más bajas y los requisitos son más flexibles, en América Latina es común que entre los requerimientos para acceder a créditos con destinación diferente al hipotecario, a la persona se le exija respaldar el crédito con una propiedad raíz.
Adicionalmente la propiedad raíz en latinoamérica es vista como incremento del patrimonio y algo que pueda respaldar la vejez de los propietarios, debido también a las deficiencias en cobertura de seguridad social. Caso contrario a lo que pasa en las economías desarrolladas, donde el sistema de seguridad social, aun con falencias, brinda seguridad a población mayor. Es importante “tropicalizar” los casos para evitar caer en el error de pensar que todo lo que funciona en Europa, puede ser aplicado a Latinoamérica sin ningún análisis. Este ha sido el fracaso de muchas políticas que han funcionado bien en Europa o Norteamérica, pero que no lo han hecho en nuestra región.
Edith Esquivel dice
Excelente artículo. Ciertamente se dio más énfasis a los contras, pero es que los pros ya todos los conocemos, y los contras no. Y sí que son importantes.