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En un coloquio sobre los retos más apremiantes de las ciudades en nuestro continente, una colega nos desafió con la siguiente pregunta: “¿Creen ustedes que las ciudades pueden comprar su sostenibilidad?” Entre miradas atónitas y expresiones de incredulidad, los presentes nos mostramos escépticos. Después de un intenso debate, no pudimos llegar a una conclusión. Sin embargo, la semilla de la incertidumbre había caído en terreno fértil.
América Latina es uno de los continentes más urbanizados del planeta, y cada decisión que toma un país o una ciudad cuando adquiere bienes, servicios o licita obras, tiene importantes repercusiones económicas y socioambientales. Desde una perspectiva económica, un estudio privado estimó que las adquisiciones públicas llegaron a un tercio del gasto público mundial en 2016; es decir, a US$8.500 billones anuales. Desde otra perspectiva, según una reciente publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las ineficiencias en las compras gubernamentales, servicios públicos y transferencias focalizadas podrían costar hasta US$220 billones al año, o 4,4% del PIB regional.
Una senda hacia la sostenibilidad
En un contexto donde los ciudadanos exigen mayor transparencia y eficiencia en las inversiones gubernamentales, con impactos que beneficien a la sociedad y medidas efectivas para mitigar los efectos de la degradación ambiental y el cambio climático, es imprescindible revalorizar el papel de las compras públicas. Aparte de la ardua tarea de tener que volverlas transparentes y maximizarlas, el camino hacia las ‘adquisiciones sostenibles’ requiere pasar de una perspectiva de corto plazo a otra de largo aliento, integrando sus tres dimensiones: la económica, la social y la medioambiental. En las palabras de nuestra colega: “Hoy en día, cualquier ciudadano comprende muy bien que los estándares socioambientales son parte inseparable de la ecuación económica; en una América Latina con tanta desigualdad y serios desafíos ambientales, debemos ir más allá de comprar enfatizando solo en la eficiencia económica”.

Fuente: Greenroofs.com
¿Compras verdes?
En el marco de las adquisiciones públicas sostenibles, instituciones locales, nacionales e internacionales están realizando esfuerzos para apoyar la implementación de las denominadas ’compras verdes’. En una guía elaborada también por el BID, éstas se definen como las adquisiciones de bienes, obras y servicios que causarían los resultados más inocuos (o positivos) para el medio ambiente, la salud y la seguridad humana, en comparación con otros que compiten y cumplen la misma función. Las administraciones locales que alientan la incorporación de las compras verdes en su sistemas de adquisiciones, tienen una probabilidad mayor de mitigar la degradación ambiental in situ, favoreciendo patrones de consumo amigables con el medioambiente, ejemplares y replicables. Tal es el caso del Centro de Desarrollo Empresarial y Laboral, edificio ecoeficiente construido en el corazón del Barrio 31, uno de los más pobres de Buenos Aires, certificado con la metodología EDGE.
Debido al rol cada vez más preponderante de las compras verdes a nivel subnacional, tres de las mayores redes de ciudades existentes a nivel global (ICLEI, C40 y el Pacto de los Alcaldes para el Clima y la Energía) se han comprometido a acelerar la puesta en marcha de este tipo de adquisiciones sostenibles como parte de sus estrategias para acelerar la implementación del Acuerdo de París y las Contribuciones Determinadas Nacionales (NDC, por su sigla en inglés). Las ciudades de nuestra región ya están orientando sus adquisiciones en esta dirección, tales como Buenos Aires, Ciudad de México, Lima, Medellín, San Pablo y Santiago, entre otras.

El salto cualitativo hacia las compras inteligentes
Nuestra experta asevera que las adquisiciones sostenibles, que incluyen a las verdes, se transforman en ‘inteligentes o innovadoras’ cuando, aparte de incorporar las tres dimensiones mencionadas, se utilizan no solo para que una ciudad adquiera bienes, obras o servicios sostenibles, sino también como plataforma de interacción con potenciales empresas dispuestas a resolver problemas urbanos vía la experimentación y la utilización de las tecnologías de la información y comunicación, o TIC. Según David Graham, Subdirector de Comunidades Inteligentes y Sostenibles de San Diego, California: “La tendencia es diseñar pilotos para adquisiciones complejas (pilot-to-procurement), donde las ciudades comparten el problema que desean resolver con un grupo de potenciales proveedores dispuestos a realizar pruebas antes de ofrecer una solución definitiva (try before you buy)”. Esto implica un enfoque cualitativamente distinto.
Si bien las adquisiciones públicas son consideradas una anatema para la innovación, en años recientes ciudades europeas como Copenhague, Dublín o Madrid, están pasando de un modelo tradicional de licitaciones técnicamente predeterminadas, a otro basado en la realización de ensayos antes que el producto final salga al mercado. En este contexto, la Comisión Europea acaba de publicar una ‘Guía sobre Adquisiciones Innovativas’, en la que se utilizan casos de negocios para orientar a funcionarios públicos a buscar mejores fórmulas de contratar a proveedores para resolver complejos desafíos urbanos, a través de las denominadas tecnologías SMAC, por su acrónimo en inglés (Social, Mobile, Analytics, Cloud). Es decir, utilizando la convergencia de cuatro TIC: las sociales, como Twitter, Facebook o Instagram para interactuar con potenciales beneficiarios; las móviles, a través del uso de dispositivos inteligentes como smartphones y tabletas; las analíticas, vía herramientas informáticas con alta capacidad de procesamiento de datos provenientes de un gran número de usuarios como Big Data; y en la nube, que permite acceder y almacenar información ofrecida por diversos proveedores desde cualquier dispositivo y lugar del planeta.
Ante la posibilidad de utilizar el poder de las compras públicas y de las TIC para transformar los desafíos urbanos en oportunidades de cambio sostenible, me aventuraría a afirmar que, más allá de las incertidumbres para su implementación, es imprescindible aprender a comprar mejor. Entonces, volviendo a mi colega: ¿creen ustedes que una ciudad puede comprar su sostenibilidad?
Video: Financiamiento verde: ¿qué es un bono “verde” y por qué es clave para el desarrollo sostenible?
* Este blog fue publicado originalmente en portugués en El Diario el País, Brasil.
* Foto portada: Sede del Gobierno de la Ciudad – Parque Patricios. Buenos Aires, Argentina. Fuente: Moderna Buenos Aires
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Tambien creo que todo debe canalizarse, pero escuchar al ciudadano de pie también podría ser una buena fuente de alimentación a la información.
Tengo una pequeña idea, no soy ingeniera pero hay mucho por hacer.