Este fin de semana leí un estudio muy interesante de la Institución Brookings titulado “Walk this Way”, en el cual se hace un análisis del impacto económico que tiene la peatonalización (o tener áreas “más caminables” en los barrios) en distintos barrios de Washington, D.C. El estudio entrega como conclusión cuatro puntos fundamentales a tener en cuenta en la planificación urbana1) los lugares “caminables urbanos” poseen una economía mucha más activa que los “no caminables”;
2) los lugares o distritos caminables que se conectan entre sí tienen rentas y valores de vivienda más altos;
3) los residentes de los lugares más caminables tienen menores costos de transporte, mayor acceso a la infraestructura de transporte, pero rentas más altas; y
4) los residentes de los lugares menos caminables tienen menores ingresos y niveles educativos que los residentes de las zonas más caminables.
Para una persona como yo, que vive en Washington, D.C., cerca del metro, con fácil acceso a varias líneas de autobús, y a un gran número de restaurantes y tiendas, me interesó saber cuál es el costo adicional que pago por mi estilo de vida “caminable”. En el estudio mencionado, mi barrio cuenta con un índice de “caminabilidad” bueno. Concretamente, el estudio otorga una calificación de 4 en una escala del 1 a 5 (en donde 1 representa muy mala caminabilidad y 5 muy buena). El costo mensual adicional para las personas que cuentan con esta ventaja es de entre $301y $3,621 más al año que aquellas personas que viven en comunidades con una calificación de 3, que representa un índice de caminabilidad regular.
Esto me llevo a pensar: ¿Qué beneficios de la “caminabilidad” recibo por ese costo adicional? Para contestar esta pregunta, en primer lugar es necesario entender cómo el estudio definió la “caminabilidad”. El estudio de Brookings la define conceptualmente como aquellos lugares caminables urbanos que tienen una utilidad más allá de la ciudad misma: sirven a la región, tienen alta densidad, uso mixto, y una extensión de entre 50 y 400 hectáreas. Para dar una definición más concreta, Walk Score, una organización reconocida dentro de la comunidad de planificadores urbanos que clasifica numéricamente el nivel de “caminabilidad” por las ciudades alrededor del mundo, indica que los lugares caminables tienen las siguientes características: cuentan con un centro del barrio y con el flujo de pasajeros suficientes para contar con un sistema de transporte público adecuado. Además, su diseño urbano está orientado a promover un buen flujo peatonal; calles y avenidas que permiten el flujo tanto de bicicletas como de automóviles, orientadas por bicicletas y el transito; construcciones de uso mixto; y otro tipo de equipamiento, como es el caso de parques y lugares recreativos.
Está claro que existen enormes beneficios al vivir, trabajar, o ser dueño de un negocio en un lugar caminable calificado como muy bueno. La tabla 1 del estudio muestra los cambios demográficos entre los lugares menos caminables y los más caminables. La comparación muestra que la población de los lugares calificados con un índice de caminabilidad muy malo tiene menos ingresos, mayor incidencia del desempleo, menor diversidad en su composición, menor educación formal, y viajan una gran distancia para trabajar, además que cuentan con menos espacios públicos recreativos.
Dados los beneficios económicos, la caminabilidad debe ser una parte esencial de todos los planes de crecimiento estratégico, y el reto para planificadores, desarrolladores urbanos, y oficiales electos es asegurarse que esto se concrete. La Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES) del BID está tratando de promover lugares “caminables” en América Latina y el Caribe, y las evaluaciones de las mejoras en los índices de caminabilidad se están llevando a cabo como parte de los estudios de movilidad básicos. En Mar del Plata, Argentina, diseñamos una intervención concreta con la empresa danesa Gehl Architects con este fin. te invito a ver este video para conocer más sobre el proyecto:
http://vimeo.com/110519314
MARIO dice
Interesante artículo Horacio.
Te cuento también mi ejemplo. Vivo en Madrid (5 millones de habitantes con la conurbación), y tengo la suerte de vivir a 10 minutos de mi lugar de trabajo.
Bien es cierto que la renta que se paga por un alquiler en esta zona es sensiblemente superior a lugares más alejados, pero la ventaja de tener un zona caminable es insuperable.
La experiencia de Gehl en Copenhague en este sentido también es prometedora. En una conferencia que dió Ian Gehl en 1994 en la Facultad de Córdoba, comentaba que uno de los objetivos de planificación de esta ciudad era eliminar el 3% anual de la superficie urbana pública dedicada al estacionamiento de vehículos. Medida simple, económica, que no implica un cambio drástico de los usos y costumbres, pero que a largo plazo (10-15 años) produce un impacto tremendo en la calidad espacial de la ciudad.
Eloy dice
Hola, soy licenciado en geografía y el tema de la geografía urbana, transporte y sostenibilidad siempre me ha interesado. En España hay alguna institución que lleve este tipo de estudios a cabo? muy interesante el artículo. Y es que la ciudad caminando es otro tipo de ciudad!
Israel Bonifaz dice
Por favor que alguien le haga llegar este artículo a los alcaldes ecuatorianos por favor!!!
León dice
Interesante y muy aleccionador. Invita y convence.