Guyana es bien llamada “la tierra de muchas aguas”. Al entrar en estas tierras, el sonido de un suave silencio nos abraza. Estamos entrando en la antigua tierra de los pueblos amerindios, que han vivido acá desde el principio de los tiempos.
Los amerindios son gente tranquila e increíblemente amable. Pero es un pueblo que también desconfía de los extranjeros.
“No abrimos nuestras puertas a cualquiera que decide venir aquí. Somos muy protectores de nuestra cultura y de la tierra. Esta es nuestra casa “, dice Priscila Torres, una líder comunitaria que fue una figura central a la hora de desarrollar el proyecto de vivienda en la zona conocida como the Hinterland, el corazón de la selva amazónica de Guyana. Ella fue el enlace entre las comunidades amerindias, el Ministerio de Vivienda, y Gabriel Arboleda, un experto en vivienda del Banco Interamericano de Desarrollo.
Cerca del 80% por ciento de la población de Guyana viven en las zonas costeras, donde se concentra la mayoría de los servicios como agua, luz o viviendas de calidad. El resto del país se encuentra en el bosque profundo del Amazonas, the Hinterland.
Una mujer menuda, con pasos muy fuertes, Priscilla montaba su motocicleta para ir de un lado de la tierra hasta el otro para mantener a todos informados de lo que estaba pasando con el proyecto de vivienda, para el cual el BID destinó US$ 2.6 millones.
Su compromiso con su pueblo es tan profundo como su enorme deseo de ayudar a las comunidades a desarrollarse. “No porque seamos el pueblo de la selva tenemos que permanecer subdesarrollados”, dice.
Los amerindios constituyen cerca del 9,1% de la población de Guyana. Se concentran aproximadamente el 14% del territorio de esta nación. Es una población con niveles de pobreza de hasta 78%.
Un techo nuevo para las tradiciones
Cuando se trata de desarrollo, los amerindios, una colección de nueve tribus diferentes tienen una idea muy clara de lo que quieren para sus comunidades. Ellos están felices de obtener toda la ayuda disponible, pero no quieren que con ello se les impongan un modelo de desarrollo que no se respeten sus vínculos con su tierra y sus tradiciones.
Es frecuente encontrar familias amerindias en donde mamá y papá no saben leer ni escribir, sin embargo hablan cinco idiomas, inglés, español, portugués, criollo y sus dialectos nativos indígenas.
Así, convencerlos de que la clave para el proyecto de desarrollo de la vivienda estaba en sus propias manos fue el primer paso.
Un rasgo particular de las viviendas amerindias es que dentro del diseño de sus casas incluyen dos cocinas, una familiar una vez y otra social. También se aseguraron de incluir en sus planos un espacio abierto donde tender sus hamacas.
Tienen dos cocinas para asegurarse de que todo el mundo tenga que comer, sea amigo o extraño. Por eso también se aseguran de tener hamacas para todos aquellos amigos y personas que vienen de zonas remotas y necesitan un lugar para dormir.
La familia es una palabra y un concepto muy fuerte para los amerindios. Pero la idea de comunidad es todavía más fuerte.
Xenia Martin-Gomez dice
Me encanto, muchos proyectos para mejorar la vida de ciertas comunidades no toman en cuenta sus opiniones ni la cultura de los lugares donde se desarrollaran los proyectos. Creo que fue muy importante para ellos estar presentes en el proceso de diseno.
Gran logro!