Mucho se ha hablado de los activos ambientales en los últimos años. Pero ¿qué son realmente y cómo afectan a nuestras ciudades? Los activos ambientales son, según la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Colombia (Cortolima): “territorios o áreas que contienen un elemento de conservación y que ofrecen bienes y servicios ecosistémicos… cuya finalidad principal sea la minimización del impacto medioambiental y la protección y mejora del medioambiente, incluyendo la reducción o eliminación de la contaminación futura”. En otras palabras, los activos ambientales son nuestras costas, lagos, ríos, bosques, y acuíferos, entre otros.
¿Y qué tiene que ver esto con las ciudades? Estos activos ambientales son imprescindibles para que la sostenibilidad urbana. La calidad de vida de una ciudad depende tanto de su infraestructura económica y social; como de sus costas, lagos, ríos y bosques. Estos activos ambientales aportan a la resiliencia de las ciudades y a la calidad de su medioambiente. Los ciudadanos “dependen del capital natural en las urbes para la gestión del agua dulce, la regulación de la temperatura, la reducción de la contaminación, las oportunidades de recreación, bienestar y de salud física y mental”.
Una débil gestión de los activos ambientales de una ciudad conlleva riesgos importantes que afectan su sostenibilidad y resiliencia, rasgo que afecta incluso a ciudades con mayores niveles de renta, como se ha podido ver esta semana en Houston tras el paso del huracán Harvey. La disposición no adecuada de los residuos sólidos de una ciudad afecta y contamina a los cuerpos de agua, como lagos, ríos y quebradas, y obstruyen los drenajes naturales del sistema. Esto aumenta la vulnerabilidad de la población al cambio climático y sus consecuencias.
Es por eso que el Banco Interamericano de Desarrollo, a través de la División de Vivienda y Desarrollo Urbano, realizó junto con la Universidad Menéndez Pelayo y el Ayuntamiento de Santander, la cuarta edición de su curso “Sostenibilidad de ciudades” enfocada en la gestión de los activos ambientales y su impacto en la resiliencia de ciudades. El curso, que se llevó a cabo del 21 al 23 de agosto en el Palacio de la Magdalena en Santander, España, convocó a representantes de diferentes ciudades y países del mundo. Algunos de los temas que se trataron fueron como proteger cuencas hídricas y necesidad de contar con una visión metropolitana en la gobernanza de los sectores que manejan los activos ambientales. Esto se debe a que los retos de esta gestión no obedecen a la limitación política de una ciudad o un municipio en particular y se debe tener una visión territorial más amplia, donde las fronteras obedecen a la geografía y no a las delimitaciones administrativas.
Para construir ciudades más sostenibles, es necesario que los gobiernos municipales identifiquen los activos ambientales presentes en sus ciudades y que los protejan. También es importante que las ciudades compartan sus experiencias con otras, para que de las lecciones aprendidas por una aprendamos todos y trabajemos juntos para mejorar la resiliencia. Durante el curso de “Sostenibilidad de ciudades” se presentó el caso de cómo la ciudad de Santander, España, inició, en 1996, y con asistencia europea, el proceso de saneamiento de su bahía, que concluyó exitosamente 8 años después. Hoy, a 20 años del inicio del proyecto, Santander, a través de la Universidad de Cantabria, está transfiriendo su conocimiento y experiencia a Cartagena, Colombia, para el saneamiento de su bahía.
Existen acciones concretas que los gobiernos locales pueden seguir para mejorar la gestión de sus activos ambientales. Por ejemplo, es importante mejorar la gobernanza y la institucionalidad de las empresas municipales responsables por el manejo del agua y saneamiento, los residuos, el transporte, entre otros. También se deben justificar las tarifas de estos servicios, creando estrategias especiales de atención para aquellas personas con menos acceso, y así recaudar lo necesario para hacer las inversiones pertinentes. Además, se deben planificar ciudades más resilientes a los impactos de desastres naturales aumentando las inversiones en protección de las áreas de mayor vulnerabilidad. Por último, se debe aumentar significativamente el porcentaje de residuos sólidos tratados y reciclados en nuestras ciudades para hacerle frente al cambio climático. En nuestra publicación “De ciudades emergentes a sostenibles” te compartimos algunas ideas.
Una buena gestión de los activos ambientales en una ciudad, mejora considerablemente su sostenibilidad, adaptación y resiliencia al cambio climático, reduce sus pasivos ambientales y mejora sus finanzas públicas, convirtiéndola en una ciudad más competitiva, y eventualmente en una ciudad más amigable con las personas, que es a lo que todos aspiramos.
Luis Gómez-Ávila dice
Un “pasivo ambientel urbano” podría tornarse “activo ambiental urbano”, pero esto depende mucho de la capacidad económica de cada gobierno local y de los modelos de gestión financiera que ellos puedan acceder. Es el caso de la protección de quebradas y ríos urbanos que demandan ingentes inversiones (miles de millones de dólares) para prevenir y controlar el vertido de desechos líquidos y sólidos.