En el día internacional de la higiene menstrual es importante redoblar el sentido de urgencia de proveer más y mejores servicios de agua, saneamiento, higiene y residuos sólidos, para garantizar igualdad de oportunidades a niñas, adolescentes y mujeres en América Latina y el Caribe.
Por Anamaría Núñez y Julio Marenco*
En lo que va del año escolar, Sol nunca ha perdido un día de clase. Luna los pierde con frecuencia. No es que Sol sea más dedicada que Luna. Es solo que, a pesar de vivir en un mismo país y en una misma ciudad, viven dos realidades distintas, como el día y la noche.
La escuela de Sol tiene baños siempre en funcionamiento, limpios, con una puerta que le permite tener privacidad, un recipiente para disponer de los residuos, además de agua y jabón para lavarse las manos antes de reincorporarse a sus actividades. De tal forma que cuando Sol tiene su periodo menstrual, puede manejarlo sin ningún inconveniente.
Para Luna, la llegada de la menstruación supone, a menudo faltar a clases porque en su escuela los servicios sanitarios muchas veces no funcionan, huelen mal y faltan con frecuencia los insumos más básicos de la higiene, como agua y jabón.
En este caso, ni Sol ni Luna son personajes reales, pero sus historias son las de millones de niñas, mujeres y adolescentes en América Latina y el Caribe. Como Luna, más de 450 millones de personas carecen de acceso a servicios seguros de saneamiento. Para las mujeres, no solo en edad escolar, sino también en el hogar o en el ambiente laboral, el manejo adecuado de la higiene menstrual (MHM) se refiere a la capacidad de tener productos higiénicos para absorber o recolectar el flujo menstrual, la privacidad para cambiar dichos productos y el acceso a las instalaciones para disponer de ellos después de su uso.
Este 28 de mayo, conmemoramos el día mundial de la higiene menstrual. Uno de los llamados principales de la jornada es el no detener las inversiones necesarias en infraestructura, educación y salud para asegurar que todas las mujeres puedan manejar adecuadamente su higiene menstrual, garantizando su plena inclusión en todos los aspectos de su desarrollo, desde la asistencia escolar, labores cotidianas, en sus lugares de trabajo o de esparcimiento.
La Visión 2025 del BID, que orienta el trabajo para mejorar vidas en América Latina y el Caribe, tiene como uno de sus pilares la equidad de género e inclusión, impulsando la participación laboral femenina, erradicando la violencia sexual o basada en género, y fomentando la inclusión y el empoderamiento femenino. La recuperación económica post-pandemia en América Latina y el Caribe es clave para garantizar justamente la inclusión y equidad, particularmente en grupos tradicionalmente vulnerables, como las mujeres.
En ese sentido, desde sus inicios, el BID ha invertido en proyectos que brindan acceso a servicios de agua, saneamiento, higiene y residuos sólidos, que promueven el desarrollo humano, enfatizando el empoderamiento de las mujeres de las comunidades beneficiarias en todas las etapas: desde las consultas, el diseño de las intervenciones para asegurar que cumplan con las necesidades específicas de cada comunidad, y el mantenimiento de la infraestructura.
Este enfoque que incluye la perspectiva de género trae consigo múltiples beneficios, como la inclusión femenina en el mercado laboral, en la gobernanza y en la gestión de los servicios, lo cual genera mejoras en la sostenibilidad de las inversiones, dado que las comunidades se apropian de los proyectos y se involucran activamente en su mantenimiento.
Es importante entonces redoblar el sentido de urgencia de proveer más y mejor acceso a servicios de agua, saneamiento, higiene y residuos sólidos. Para que en América Latina y el Caribe brillen y se multipliquen las historias como la de Sol, con la posibilidad de practicar una higiene menstrual que garantiza su desarrollo pleno. Porque la higiene menstrual de millones de latinoamericanas y caribeñas no puede (ni debe) esperar.
*Julio Marenco es consultor en comunicación estratégica en la División de Agua y Saneamiento del BID. Posee una Maestría en Artes Multimedia de la Universidad de California y una Licenciatura en Comunicación y Periodismo de la Universidad Centroamericana de El Salvador.
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