¿Qué tan competidas son las elecciones presidenciales y legislativas en Bolivia, Francia y Afganistán? ¿Qué reglas electorales las rigen? ¿Qué tan aptos son los mecanismos de controles y contrapesos de sus poderes públicos?
En el pasado, académicos y analistas trastabillaban a oscuras tratando de encontrar las respuestas a esas preguntas. Podían estudiar casos específicos. Pero a menudo resultaba imposible comparar marcos y metodologías. Había insuficientes datos empíricos sobre las características políticas e institucionales de los países y pocos criterios de medición que permitieran comparar distintos sistemas de gobierno unos con otros y observarlos a través del tiempo.
Pero en 2001, un grupo de académicos del Banco Mundial dio a conocer una amplia base de datos de instituciones políticas (Database of Political Institutions, DPI) en un intento por corregir el problema. Desde entonces esa base de datos ha venido creciendo y actualmente abarca cuatro decenios y alrededor de 180 países. Más aún, lo consigue con un singular lujo de detalles. Emplea más de 100 variables para examinar reglas electorales, ideologías, la influencia del sector militar, controles y contrapesos, estabilidad política y otras características, y presentar una imagen única de las instituciones políticas y su desarrollo.
El resultado ha sido transformador. Ahora los investigadores pueden usar una herramienta con metodologías y fuentes de datos comunes que les permite observar sistemas políticos como nunca antes. No es de extrañar entonces que la base de datos haya producido una enorme cantidad de trabajos de investigación: más de 3.000 trabajos académicos la citan.
La DPI, que recientemente fue transferida al BID, seguirá jugando un papel vital para los académicos. Consúltese la entrada sobre Argentina, por ejemplo, para saber si el país tiene un régimen de gobierno presidencial o parlamentario, cómo se elije al primer mandatario y a qué partido pertenece. Descubra la naturaleza de las reglas electorales: si los legisladores son elegidos mediante un sistema de representación mayoritaria o proporcional.
Por otro lado, hay una cantidad de variables que brindan información sobre las figuras claves con poder de veto en el sistema político y el tiempo que llevan en el cargo o su existencia en tanto que fuerzas políticas. Véase cómo compitieron muchos partidos en las últimas elecciones, el porcentaje de curules que ocupa el partido mayoritario y el poder relativo de la oposición. La base de datos muestra quién controla la cámara baja del congreso. Y hay varios indicadores que muestran cuánto tiempo tiene el primer mandatario en el cargo, cuánto tiempo tiene su partido en el poder y por cuánto tiempo el partido ha existido con su nombre actual.
Las orientaciones política e ideológica de los principales actores políticos reciben un tratamiento minucioso. Entérese de si cuentan con programas políticos regionales, rurales, religiosas o nacionalistas, y cuál es su posición a lo largo del espectro derecha-izquierda, en términos de la intervención del estado en la economía.
Aún otros indicadores esclarecen la dinámica del poder entre las distintas regiones del país y el gobierno nacional. Revelan si los gobiernos estatales o provinciales son autónomos, si son electos localmente y si tienen autoridad sobre la gestión tributaria, del gasto público y legislativa.
Todo esto se combina para configurar una panorámica única de las instituciones políticas a lo largo de muchos años. Solo en el BID, la DPI ha resultado invaluable. Ha facilitado estudios sobre la importancia de los actores con poder de veto para facilitar la credibilidad del cambio político, la institucionalización de los cuerpos legislativos y la importancia de las elecciones y las crisis como factores de reforma, entre muchos otros aspectos. De hecho, cabe afirmar que sin la DPI simplemente sería imposible llevar adelante gran parte de las investigaciones sobre los efectos de las instituciones políticos en los resultados de políticas y las reformas. Nos complace disponer de esta nueva herramienta y esperamos que la usen.
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