En mayo de 2013, en el marco de la celebración del primer siglo de la Fundación Rockefeller, se anunció la creación del programa 100 Ciudades Resilientes dirigido a fortalecer las capacidades de urbes que tienen una alta exposición a amenazas de tipo natural (aquellas relacionadas con eventos climáticos, telúricos, incendios, etc.) o enfrentan fuertes presiones sociales que ponen en riesgo el bienestar y calidad de vida de la población tales como el desempleo, la violencia en las calles, la inequidad social y la carencia de servicios básicos.
El programa ha destinado 100 millones de dólares para desarrollar la resiliencia de 100 ciudades alrededor el mundo, las cuales son escogidas en función del interés y experiencia de sus gobiernos locales para reconocer y enfrentar sus principales amenazas. Cada ciudad recibe asistencia técnica para la elaboración de su plan de resiliencia urbana, apoyo financiero para su implementación, recursos para contratar a un “Director General de Resiliencia” a cargo de garantizar el desarrollo y ejecución del plan, y la membresía a la red de 100 ciudades resilientes donde se comparten experiencias y mejores prácticas de resiliencia urbana.
De las 67 ciudades que hasta ahora se han seleccionado, 12 se encuentran en América Latina y el Caribe. En diciembre de 2014, Santiago de los Caballeros—la segunda ciudad más importante de República Dominicana—fue seleccionada para integrarse al programa. Como ocurre con la mayor parte de los asentamientos humanos localizados en la región caribeña, Santiago está expuesta a eventos climáticos asociados a huracanes e inundaciones. Debido a la ubicación de La Española entre dos placas tectónicas, la ciudad también tiene un alto riesgo sísmico.
Desbordamiento del río Yaque del Norte durante el paso de la tormenta tropical “Olga” en Diciembre de 2007
Además de las características arcillosas y arenosas que alojan a una parte de la población de Santiago, la vulnerabilidad de la ciudad está asociada al crecimiento acelerado y desordenado en zonas no aptas para la urbanización, como son los márgenes de los ríos y zonas forestales. Estos procesos despojan a la población de los servicios ecosistémicos que brinda la vegetación ribereña, tales como la regulación del flujo y dinámica del río, la prevención de erosión, el amortiguamiento de la fuerza del viento y la filtración de sedimentos, los cuales reducen el riesgo de deslaves e inundaciones. Por su parte, la carencia de servicios urbanos en los asentamientos irregulares y la contaminación de los ríos son fenómenos que exponen a estas comunidades a brotes epidémicos y dificultan su recuperación del desastre.
Sin embargo, Santiago de los Caballeros ha ido desarrollando importantes capacidades de planeación urbana y prevención de desastres. El Consejo para el Desarrollo Estratégico de la Ciudad y del Municipio de Santiago—instancia que reúne a más de 50 instituciones provenientes de los sectores público, social y privado para planificar la ciudad de manera concertada—ha desarrollado el Plan Estratégico de Santiago 2020, un documento que sienta las bases del crecimiento del desarrollo de la ciudad a 10 años a partir de principios tales como la inclusión social, la gobernabilidad, el ordenamiento territorial, la sostenibilidad ambiental y la competitividad económica. Este documento y el Plan Estratégico de Gestión en Sistema de Cuenca revelan que se trata de una ciudad que tiene sólidos liderazgos y cuadros técnicos. Además, las bases de conocimiento y el consenso para fortalecer la resiliencia y sostenibilidad que está generando la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles en la ciudad, sin duda fortalecerán esos cuadros y liderazgos.
Proyecto de Gestión de Riesgos de la Corporación Ciudadana Santiago Solidario. Barrio de Buchula, 2012.
Es por ello que son buenísimas noticias que Santiago de los Caballeros se haya sumado al programa de 100 Ciudades Resilientes. La colaboración que se ha conseguido establecer entre la Fundación Rockefeller, la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles, el gobierno y sociedad de Santiago representan grandes promesas en el fortalecimiento de las capacidades de la ciudad para reducir su vulnerabilidad ante desastres naturales y avanzar hacia un desarrollo urbano ambiental y socialmente sostenible.
Sabremos de los efectos del programa en la medida en la que ciudades como Santiago vayan dirigiendo recursos y diseñando políticas para resolver los orígenes de su vulnerabilidad, entre ellos, la pobreza, la inequidad social, la falta de planificación urbana, la mala e insuficiente distribución de servicios e infraestructura, la carencia de conocimientos técnicos al interior de los gobiernos locales, la ausencia de redes de participación comunitarias, entre otras. Como lo he mencionado en otros posts, creo que ahí radica el éxito de la agenda de adaptación y resiliencia climática, en hacer de la amenaza del cambio climático una oportunidad para que las sociedades—en este caso las urbanas— resuelvan sus problemas de desarrollo y degradación ambiental que las hacen vulnerables.
Muy feliz año a todos y espero que en este 2015 consigamos los acuerdos y sensibilidad necesarios para que nuestras relaciones sociales y con el medio ambiente sean más armónicas.
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